En un futuro no demasiado alejado de nuestro presente, los niños nacen con un reloj digital grabado en su brazo. Este cronómetro fluorescente indica el bien más preciado con el que la humanidad cuenta: el tiempo. Hasta los veinticinco años, todos viven una existencia similar a la del siglo XXI, sin embargo, al llegar a la nueva mayoría de edad, comienza la cuenta regresiva: a partir de ese momento sólo les queda 365 días de vida. Cada trabajo que realicen, cada artículo que compren, cada viaje que hagan se abonará y cobrará en minutos, horas, días y años.
El obrero Will Salas (Justin Timberlake) tendrá la ¿desgracia? de recibir más de un siglo de parte de un anciano cansado de la vida eterna. A partir de allí, iniciará una carrera contra el tiempo, tratará de proteger a su familia, se enamorará de la hija de un millonario de los segundos (Amanda Seyfried) e intentará hacer una repartición más justa del tiempo que sólo unos pocos guardaban para si.