"In time" aparecía como original desde su gacetilla de prensa. Después de "The Social Network", hay que reconocer que las acciones de Timberlake estaban en alza y daba curiosidad ver si las había capitalizado o no. Un thriller siempre es buen vehículo para posicionar a un actor taquillero, requiere poco del intérprete y le brinda la posibilidad de apoyarse en el guión para seguir posicionándose en busca de guiones más jugados. Ahí estaba la expectativa que nos movilizaba acerca de "El precio del mañana"...
Básicamente, esta película ofrece un planteo singular de un universo atado al uso del tiempo. Dentro de estos distritos o divisiones, la gente debe trabajar más a cambio de tiempo y el costo son minutos de vida. Así es como son genéticamente diseñados para no envejecer más después de los 25, pero... tenés un reloj incorporado que tenés que ir alimentando para seguir respirando (sino kaput).
El conflicto central arranca como un film de gángsters en el que el joven iluso se mete en un mundo corrupto, con un detective que no se comprende siempre de qué lado está y con unos matones que se visten al estilo Bogart con trajes a rayas y sombreros (?). Eso no es todo: también tenemos autos de época para las habituales y consabidas persecuciones típicas del género.
Este thriller de ciencia ficción fue escrito y dirigido por Andrew Niccol, el mismo que nos llevó al mundo del tráfico de armas en “El señor de la guerra”. La verdad es que el ritmo dramático y visual al estilo videoclip recuerda mucho a esa cinta. Toda la primera parte, en especial, hasta diría tiene un uso dramático de la luz, con grandes claroscuros y una paleta apagada, para dar ese toque como metálico de lo que nosotros creemos que será nuestro futuro.
Will Salas (Justin Timberlake) es un joven que vive en el Ghetto con su madre. No son ricos y sobreviven día a día como pueden. Será a partir de la muerte de ella cuando Will empezará a buscar quebrar el sistema que tiene esclavizada a tanta gente. ¿Cómo lo logran? Simple, usan la ilusión de la inmortalidad porque no importa cuánto sepas que no podés conseguirla, siempre la vas a desear.
Sylvia (Amanda Seyfried) es una chica rica que vive custodiada para que nadie le robe su tiempo, pero será su interés por Will la que la hará correr en dirección contraria.
Para destacar, los efectos sonoros y la música electrónica mezclada con una gran orquesta que por un lado recuerdan a un videojuego (no debe olvidarse que los personajes se la pasan corriendo por las calles en este deseo de ganarle al tiempo) y por otro lado la hace imponente y dramática.
Sinceramente, el casting cumple pero no destaca. Tal vez sólo rescataría a Cillian Murphy pero porque realmente no puede ser mezclado con el resto. Seyfried tiene una expresión dulce que va con el perfil pero no trae nada nuevo y Timberlake será agradable pero de actor tiene muy poco.
La historia se empieza a caer en la segunda parte y termina siendo un thriller liviano donde pudo haber habido una película contundente. El conflicto principal recuerda algunos clásicos (Rodrigo me dice que le suena el tema a "Logan's run" de 1976, aunque ahí el tema comenzaba al cumplir los 30 años) pero la fuerza de la idea se desvanece en una realización previsible y sin matices. Sólo recomendable para fans acérrimos e incondicionales del género. El resto, abstenerse.