El imperio de las plataformas
Para todos aquellos que crecimos en los ’90 el Prince of Persia representó un verdadero oasis dentro del mundillo de los juegos de plataformas de la época. El original de 1989 y su secuela de 1994 fueron dos maravillas no sólo por la fluidez de los movimientos de los personajes, los detalles de los gráficos y la ansiedad que despertaban los desafíos: el elemento central era el espíritu de aventura que tan pero tan bien transmitía aquel protagonista, ese diminuto acróbata obsesionado con rescatar a la princesa. Ahora tenemos una adaptación cinematográfica basada en un guión de Jordan Mechner, creador de la saga, inspirado a su vez en su aclamada obra del 2003, el Prince of Persia: The Sands of Time.
Antes que nada debemos sincerarnos: el realizador inglés Mike Newell no entregaba algo interesante desde la lejana Donnie Brasco (1997). Aquí por suerte levanta la puntería y consigue redimirse de la vergonzosa El amor en los tiempos del cólera (Love in the Time of Cholera, 2007), sin lugar a dudas una de las peores películas de la década. Intercalando ingredientes de las últimas encarnaciones en 3D, la historia retrata el periplo de Dastan (Jake Gyllenhaal), un príncipe aguerrido que es utilizado como chivo expiatorio en una conspiración para matar a su padre. En su huida une fuerzas con Tamina (Gemma Arterton), una hermosa monarca con muchos secretos que lo ayudará a limpiar su nombre.
Por supuesto el contexto fantástico está a la orden del día y en este caso involucra la posibilidad de deshacer sucesos recientes mediante una daga con poderes extraordinarios, objeto de disputa entre bandos antagónicos. La trama trabaja en forma eficaz gran parte de los arquetipos del cine de aventuras: el antihéroe bonachón aunque diestro para las armas, su compañera astuta e hiperquinética, un compinche un tanto contradictorio y el infaltable villano que no se detiene ante nada ni nadie. En lo que respecta a estos dos últimos, destaquemos en especial la excelente labor de Alfred Molina como el Sheik Amar, un empresario adalid de la desobediencia civil, y Ben Kingsley como el malvado Nizam.
La película está producida por el equipo responsable de la exitosa franquicia de Piratas del Caribe, Walt Disney Pictures y Jerry Bruckheimer Films, circunstancia que pone de manifiesto los rasgos estilísticos del convite. Por momentos El Príncipe de Persia: Las Arenas del Tiempo (Prince of Persia: The Sands of Time, 2010) parece una versión corregida de Furia de Titanes (Clash of the Titans, 2010): aquí sí han aprovechado a Gemma Arterton, las secuencias de acción son muy retro y los homenajes al original resultan pertinentes. Con diálogos graciosos y una generosa tanda de CGI no intrusivo, la propuesta entretiene edificando un imperio de plataformas sobre las cuales saltar y saltar…