Con El Rati Horror Show (2010) Enrique Piñeyro regresa a la estructura formal de Fuerza Área Sociedad Anónima (2006) y de paso se impone como una suerte de Michael Moore argento y “en cámara lenta” (su estilo didáctico y esa cadencia meticulosa al hablar no permiten otra expresión). Concretamente reincide en el documental de denuncia con vocación militante, aquí en pos de la liberación de Fernando Carrera, una víctima más de la inoperancia de la policía, el corporativismo judicial y la nunca bien ponderada idiotez de los medios de comunicación. El realizador adopta el rol de fiscal, juzga a todas las partes involucradas y utiliza una voluminosa artillería de recursos cinematográficos para poner de manifiesto los distintos niveles de corrupción dentro del aparato represivo del Estado y el sistema encargado de impartir justicia. Complicidad y encubrimiento son las respuestas habituales cuando las cosas no resultan como han sido planeadas: los documentalistas de nuestro país deberían aprender de este verdadero prodigio del género, a ver si algún día abandonan esos proyectos irrelevantes sobre burgueses patéticos…