Construir el mundo con el cine
Enrique Piñeyro quizás sea, hoy por hoy, y a título exagerado, el mejor documentalista del mundo en cuanto a repercusión social. Con Wisky Romeo Zulu (2004) logró cambiar la ley de aeronáutica argentina tras el accidente del Vuelo LAPA 3142, y con Fuerza Aérea Sociedad Anónima (2006) también logró repercutir en el imaginario social con casi el mismo éxito que su predecesora y maestra ópera prima. Ahora, con El Rati Horror Show (2010) apunta a lo mismo, desmantelando una cuestión particular para terminar apuntando directamente al corazón de la "justicia" en la Argentina.
El documental cuenta mediante mecanismos basados en el último grito de la tecnología la historia de Fernando Ariel Carrera, condenado a treinta años de cárcel por la denominada "Masacre de Pompeya", un confuso accidente de tránsito que acabó con la vida de tres ciudadanos luego de una sangrienta persecución policial.
Se dice el último grito de la tecnología de manera irónica, aunque cabe remarcar la habilidad del director y actor para manipular de forma excelente las técnicas del stop motion -entre otras- en las recreaciones miniaturizadas (muy cómicas también, por cierto), o la animación en las dramatizaciones en esa tabla azul hacia donde se dirige junto a su compañero Germán Cantore en las secuencias que ayudan a ir recreando los hechos después de los asaltos de iluminación gracias a la brillante investigación periodística de Pablo Galfré.
Paulatinamente, Piñeyro construye y deconstruye el caso judicial que terminó acabando con la libertad de una persona inocente, víctima de los chanchullos de policías corruptos, que ante un error grave cometido tras perderle el rastro a ladrones en una persecución por el barrio de Pompeya decidieron "fabricar" al culpable mediante manipulación de las evidencias. Piñeyro (que hace de Sherlock Holmes y nos deja ser su J.H. Watson) pone en ridículo a la policía, o mejor dicho, deja a la vista lo ridículo del grupo policial que encabezó la operación, puntualmente de la controvertida Comisaría 34, que evidencian su ignorancia y falta de transparencia en las mismas declaraciones documentadas de las que se vale el realizador para poner en tela de juicio y debate la cuestión.
La información es tratada con sumo cuidado y sentido crítico y analítico, a tal punto que se llega a probar el sonido de los impactos de la bala sobre la carne en una secuencia particularmente espectacular detallada en X-Mo, con el director calzando el arma de fuego, para dejar de lado la naturalización de una balacera contra un ser humano (inocente o no). Y precisamente armas son las que utiliza Piñeyro (no sólo la mencionada) para valerse de su actividad tan creíble y contrastable, haciendo uso útil no sólo de la tecnología (mucha publicidad a Apple nomás, pero qué se le va a hacer) sino hasta de los paupérrimos noticieros argentinos, demostrando también el rol que juegan estos a la hora de construir la realidad y el ya mencionado imaginario social en el que tanto se inmiscuye Piñeyro con fines críticos y si se quiere hasta revolucionarios (el trabajo tiene un aire de grandeza a lo Operación Masacre, de Rodolfo Walsh).
"Si leo en el diario Clarín que Fernando Carrera es un asesino, entonces creo que Fernando Carrera es un asesino, no me importa lo que él tenga para decir," explica el propio Fernando Carrera -la víctima del hecho, el "perejil"- durante la entrevista dentro de la cárcel con el director del film. Esta frase bien puede resumir lo expuesto en el párrafo anterior.
Y volviendo a lo dicho al principio, la repercusión que logra Piñeyro con El Rati Horror Show (el término "rati" -"tira" al revés- en el lunfardo contemporáneo se le atribuye a "la cana", la policía ) llega al punto en el que el realizador logra concretar una entrevista con un procurador de la causa, con el fin de exponer su visión de los hechos desde el punto de vista de su investigación. Si todos lograramos eso con un film, una simple película (obviamente, nótese el grado de significación que le doy a ese "simple"), podríamos dar por seguro que iríamos a un mundo mejor. Documental, 'mockumental', lo que sea, pero se alude a la justicia nuevamente, y esta vez -si bien la causa sigue abierta y Carrera sigue preso- también se logra llegar a una instancia de reelaboración de los conceptos que inciden en la realidad. Si eso no es triunfar, no se me ocurre qué otra cosa puede ser...
Ese cine que propone y utiliza Piñeyro en El Rati Horror Show es, más que un arte, una herramienta de construcción social.