Es cierto que es imposible hacerle frente a los tanques animados con los que Disney y otras megaproductoras atrapan la atención de grandes y chicos, pero definitivamente incluir en un mismo filme todos los registros infantiles no es el camino. Que en una misma escena convivan títeres con personajes animados y humanos entorpece, no solo lo visual sino también la fluidez de lo que se está contando. Y no porque de fotograma a fotograma se vea una estética diferente sino porque esta película en sí está más cerca de "Odisea Burbujas" (serie mexicana de los años "80) que de todo lo que impera en esta modernidad donde ya ningún efecto especial sorprende.
Contradiciendo al título, que tiene más de marketing que de concepto de la película, "El Ratón Pérez y los guardianes del libro mágico" cuenta la historia de Mar (Carla Chiorazzo), una niña de nueve años que tras una desilusión escolar cree que ya es hora de abandonar toda la fantasía que aprehendió de los cuentos que le leyó su abuelo a lo largo de la infancia. Una intención que queda trunca cuando descubre los planes siniestros del malvado Narciso Crudo, quien pretende destruir la ilusión que encierra el libro madre que reúne todas las historias infantiles, y va en su rescate. Para ello cuenta con la colaboración de sus amigos Lunnis (muy parecidos a los Muppets), hasta dar con el Ratón Pérez, que los ayuda a encontrar el colmillo mágico, la clave de todo.
¿CUANDO LLEGA?
Entre los muchos errores estructurales que podrían alentar que los niños quieran irse antes del cine se destaca un inentendible doblaje a un castellano entre mexicano, español y argentino (cada personaje habla su propio tono); la variación -cuadro a cuadro- en la proporción de los títeres con relación a la protagonista (a veces son más altos, a veces más bajos), hasta llegar a lo casi ilógico: la ausencia del Ratón Pérez en los primeros, soporíficos 55 minutos. Es que en definitiva no es su película, aunque el título en la Argentina así lo sugiera.
Y así se vuelve doble el mérito del Ratón Pérez, que a partir del minuto 56, no solo recupera una película que estaba al borde del precipicio, sino que además ayuda a Mar y a sus amigos en su patriada final.
Difícil entender cómo una película como ésta se estrena en pleno 2019, entre las inmensas y vertiginosas "Aladdín" y "Toy Story 4". Si pensaron que la forma artesanal sería la mejor contraposición se quedaron muy a mitad de camino. Por suerte, la figura de Pérez irrumpe para equilibrar las cosas, aunque el resultado siga quedando negativo.