El reencuentro: encuentro de grandes actrices
En principio, dos personajes que se supone que no tendrán nada en común. Al contrario. Todo, empezando por sus personalidades, sus estilos de vida y sus experiencias, ha contribuido a subrayar las diferencias entre las dos mujeres. Y no sólo porque entre las dos ha habido un hombre -el padre de una, el que fue amante de la otra, muerto quizás a consecuencia de su abandono-, sino por la ternura y la delicadeza con que el autor -el guionista y director Martin Provost- construye la historia de su reconciliación. Claro que cuenta con la decisiva colaboración de dos actrices formidables y con la química entre ellas, que se vuelve decisiva con el avance de la relación.
Llama la atención que hasta aquí ningún otro cineasta haya adivinado que era tanta y tan perceptible la proximidad que las dos más famosas Catherines del cine francés -Deneuve y Frot, si bien en los titulos el orden se presenta a la inversa- eran capaces de establecer esa estrecha y secreta conexión entre dos personajes que no necesitan valerse de palabras para traducir sus sentimientos aunque no siempre estén dispuestas a exponerlos. Claire ejerce con verdadera pasión su profesión de partera en una maternidad próxima a ser cerrada. No es casual que el film comience con una escena de parto, sobre todo si poco después se sabrá que Béatrice, la que fue amante de su padre, padece una enfermedad incurable. Vida y muerte se alternan aquí, como sucede en la vida y en este sensible relato.