El clásico musical familiar de Robert Stevenson, “Mary Poppins” (1964), fue un punto de inflexión para la carrera de Julie Andrews, quien inevitablemente se vio marcada de por vida en su papel.
Pudo protagonizar un puñado de films en Hollywood pero ninguno lo suficientemente relevante como para borrar la huella de “Mary Poppins”, personaje que nunca tuvo una secuela -aún pese al gran éxito-.
La segunda parte llega recien ahora, con una ‘demora’ de 54 años. “El regreso de Mary Poppins” está dirigida por un especialista en musicales, Rob Marshall (“Chicago”, “En el bosque”), y con el guión de David Magee (“Una aventura extraordinaria”).
La remplazante de Julie Andrews es ni más ni menos que Emily Blunt, quien viene de protagonizar un gran éxito con el filme dirigido (y actuado) por su marido, “Un lugar en silencio”.
Con más forma de remake que de secuela, “El regreso de Mary Poppins” nos narra justamente eso, el retorno de la niñera mágica a la casa de la familia Banks. Ha pasado una nueva generación, pero los conflictos siguen en puerta, y quien mejor que Mary Poppins para tratar de resolverlos.
Para quienes no vieron la versión de 1964, “El regreso de Mary Poppins” tiene todo lo que Hollywood puede ofrecer: emoción, entretenimiento, bellas imagenes y buenas coreografías, pero nunca lográ quitarse la sombra de la original.
Como secuela, son más bien pocas las novedades que ofrece. Rob Marshall prefiere filmar una cinta plagada de nostalgía, con algunas pequeñas conexiones, cameos de actores de la original y toda esa esencia que abundaba en la megaproducción de mitad de los 60′.
Emily Blunt esta fantástica a la hora de construir su propia Mary Poppins. Respeta muchas de las cualidades del personaje, pero se anima a hacerlo con sello propio.
La dirección de arte es estupenda, los colores, las escenografías y el CGI que nutren la puesta en escena. Está claro que a nivel visual no hay nada que objetar, pero sacando todo lo técnico, es poco lo que “El regreso de Mary Poppins” nos narra. El desafío a la hora de efectuar una crítica como esta, es intentar despegarse de la prolijidad técnica que Hollywood te ofrece, para poder excarvar en aquello que queda tapado, como el guión, por ejemplo.
Los numeros musicales son muy buenos, pero no se encuentra una canción pegadiza que destaque en demasía por sobre el resto. Nunca llegan a ser inolvidables. Lo que si, hay una secuencia con dibujos animados brillante, y una interesante construcción sobre los temores infantiles trasladados al mundo animado.
“El regreso de Mary Poppins” intenta conservar la nostalgía, pero le falta mucho en la parte creativa, y eso queda maquillado por tantos colores y coreografías que se ponen a disposición de los personajes. No es perfecta, pero es un buen entretenimiento para disfrutar en familia durante este verano.
Por Fabio Albornoz para Ociopatas.