En las afueras de Buenos Aires existe un barrio construido alrededor de dos cementerios. Entre vírgenes y ofrendas paganas, los ancianos recitan memorias y olvidan fantasmas. Niñas y niños inventan su infancia con tumbas y hamacas. El olvido es un territorio donde se deslizan estas criaturas, que sienten pasar el tiempo, aunque ya no son parte de él. Los miedos se pasean entre las sombras de los desaparecidos, hay silencio donde debería haber voces y lo cotidiano se convierte en ritual.