La Irlanda del siglo XIX era especialmente cruel con las damas. Disfrazada como hombre para poder trabajar y sobrevivir, y bajo el nombre de Albert Nobbs, esta mujer se encuentra atrapada dentro de su propio cuerpo. Preocupada por acumular riquezas para un futuro desolador, un triángulo amoroso la llevará al borde de la locura.
A pesar de las toneladas de maquillaje, Glenn Close se sigue viendo femenina: una mujer poco agraciada y algo constipada, pero mujer al fin. Su interpretación es acertada para la versión teatral que realizó años atrás, pero en cine –donde cada pequeña expresión se magnifica- es melodramática y exagerada, algo que seguramente se debe a la dirección de Rodrigo García (“Con solo mirarte”). Es destacable la dirección artística y el notable vestuario, pero estos logros se ven opacados con escenas como, por ejemplo, en la que Nobbs cuenta chelines y peniques sobre su modesta cama: cualquier semejanza con la atracción de Gollum hacia el anillo es pura carcajada.