Queríamos tanto a Linda Blair
Con cada nueva película sobre exorcismos surge un sentimiento inevitable: Queríamos tanto a Linda Blair. Es que desde que “El exorcista” desembacó en el cine de terror, fueron pocos los casos que pudieron empardar aquella película de 1973. Tanto fue así que Blair, su protagonista, jamás pudo sacarse el estigma de Regan, su personaje. En “El último exorcismo, parte II” se trata de construir el relato basado en el sufrimiento de la protagonista Nell, a manos de una convincente interpretación de Ashley Bell. Sin cámara en mano como el primer filme de la saga, aquí el director eligió un modo más formal y por momentos aburrido para contar la convivencia de Nell con el demonio. La idea de Ed Gass-Donnelly fue abordar la llegada de la sexualidad a la vida de Nell. La joven es derivada a una casona, que es un centro de rehabilitación privilegiado, donde podrá vincularse con amigas y trabajar. Como si fuera una chica común y corriente, salvo que el diablo todavía no se fue de su cuerpo. Y llegó para poseerla. El deseo le ronda por la cabeza en sus sueños, al igual que su padre muerto y un noviecito tímido. El final rompe un poco las convenciones y salva a la película del aplazo, apenas eso.