Si crees en demonios, crees en exorcistas...
La manera más justa de describir a esta cinta es como "acotada". Sí, se trata de un subgénero explotado, con recursos explotados (sobre todo en la última década), y construcciones narrativas explotadas y ya harto usadas que limitan bastante a la propuesta en sí. No obstante, el clima que genera The last exorcism (2010) puede llegar a ser su mejor escudo defensor ante los amantes del bombardeo de sobresaltos propios del terror que saldrán a desdeñarla por sus carencias y errores técnicos sin recalar en esa creíble parsimonia que posee en el desarrollo de la trama.
La forma de presentar el relato es contundente y sorpresiva. Los realizadores no fueron a la fácil asegurando la asimilación de la historia en los primeros minutos, sino que prefirieron una introducción pausada y bien llevada, que al llegar al foco de la cuestión hace a uno pensar "ah, así que para esto estamos acá", indiferentemente de lo que se pueda leer en alguna sinopsis o reseña del film. Esto es un ítem a favor, ya que, insisto, lo que mejor puede hacer referencia a The last exorcism es el concepto de lo acotado, siendo que en tan sólo 87 minutos de metraje se anima a meterse en surcos (no hago referencia a lo bucólico del guión) que en otros proyectos bien podrían haber sido un pretexto para extender la trama, y en este caso se utilizan para dar sentido y explicar los porqués de lo que sucede.
Ahora, nos metemos de lleno en el recurso: el famoso falso documental, recientemente explotado por Paranormal Activity (2007), vilmente plagiado por Paranormal Entity (2009) -una de las peores películas en la historia del cine de terror-, inaugurado por Cannibal Holocaust (1979) y popularizado por la épica The Blair Witch Project (1999), entre otros más originales como Cloverfield (2008) que no vienen al caso. Si bien The last exorcism hace uso de este modo de narrar como su mayor carta de presentación (vale más el motivo por el cual se decide filmar que lo que se filme), la película esquiva el recurso propiamente dicho para dar lugar a una vuelta de tuerca interesante en el guión que justifica casi a la perfección el porqué de esa forma de presentar la historia. Es como si en la pre-producción se hayan hecho todos los recaudos pertinentes para que la trama no tenga huecos ni fallas, aunque sí tiene algunas falencias técnicas que pasaremos a mencionar.
Eli Roth está en la producción, y ahí es donde podemos notar cierta tendencia hacia el gore al que la película hace referencia en la excelente secuencia en que la protagonista se roba la cámara (literalmente, y figurativamente le corresponde el momento en que se arquea con el cuerpo hasta quedar casi en 90 grados: un distintivo que le corresponderá por siempre) y mata al gato con la misma. Sin embargo, hay otros errores bastante notables que son hasta infantiles, por ende, imperdonables, como tener cortes en las conversaciones manteniendo la fluidez de lo que se diga, o que hayan dos tomas diferentes de la misma acción (supuestamente hay sólo un camarógrafo "documentando" el proceso de exorcismo).
Aún así, The last exorcism vendría a cumplir, acotadamente, lo que promete en un principio, e incluso ofrece más. Es que no estamos ante una más de exorcismos; no, para eso está la insuperable The exorcist (1973). Estamos ante una mirada crítica a las creencias religiosas, una interesante reconstrucción del imaginario social que se da en las zonas rurales de Norteamérica, un intento de falsearlo, una premisa reciclable que nada tiene que ver con la temática que se vende, y un desenlace digno de la admiración de aquellos que son amantes del estilo y el subgénero. Justo cuando pensábamos que debíamos creer en demonios para creernos los cuentos casi mitológicos de la parte 'oscura' de la Biblia, nos enteramos que también tenemos que creer en exorcistas. Para eso está esta peli, para analizar si creer en lo que hay que creer. Y, mientras tanto, te da algún que otro sustito...