Si El fin de los tiempos (The Happening, 2008) era la obra menos interesante de M. Night Shyamalan desde Señales (Signs, 2002), su sucesora El último maestro del aire (The Last Airbender, 2010) se lleva el trofeo a la peor de toda su carrera. Con un reparto de ilustres desconocidos y un tono grandilocuente de tintes mesiánicos, el hindú no ofrece nada nuevo en un combo de aventuras que naufraga debido a una narración estéril, un núcleo temático poco convincente y la propia incapacidad del director a la hora de construir un desarrollo en verdad atrapante, sin tantas vueltas ni estereotipos. Hay que admitir que si bien no logra destacarse con el tópico quemado del “elegido” por lo menos no pasa vergüenza y hasta en ocasiones nos encontramos con lo que podríamos denominar una “sobredosis de budismo” (muchas veces bordeando peligrosamente la filosofía new age y el palabrerío de los manuales de autoayuda). El apartado visual y las secuencias de acción ganan un par de puntos a favor aunque con un presupuesto de 150 millones de dólares resultaba lo mínimo esperable: a fin de cuentas uno no sabe si un Shyamalan carente de inspiración no pudo garantizar la fluidez del relato o si fue el estudio quien solicitó sin criterio que varios minutos del metraje original desaparezcan en la sala de edición. Sólo resta aguardar un mañana mejor porque aquí la convicción ideológica y la destreza formal a las que nos tenía acostumbrados brillan por su ausencia...