El hombre que olvidó todo
Quizá los fanáticos de Arnold Schwarzenegger sientan que no habrá nada igual a la película original estrenada en los 90, pero esta remake de “El vengador del futuro” tiene todo para quedarse atado a la butaca del principio al fin.
La historia tiene diferencias poco significativas con el filme de Paul Verhoeven, pero mantiene la esencia de aquel relato y va por más, sobre todo en el plano estético. Es que Len Wiseman apeló a todos los recursos técnicos de última generación para mostrar a una trama futurista, en la que el destino final será la pelea entre dos mundos, el más poderoso y el más oprimido, que son el reflejo de dos maneras de mirar la vida.
La trama central parte desde el derrotero de Douglas Quaid (Farrell, tan poco expresivo como Schwarzenegger), quien es un trabajador de una fábrica que no puede dormir por sus frecuentes pesadillas, pese a que a su lado duerme todas las noches con una bella mujer (Kate Beckinsale). Pero todo cambia cuando ingresa en Rekall, un sistema que permite convertir sus sueños en recuerdos reales. A partir de allí, Quaid descubrirá que no es un obrero sino un espía temible, que guarda un secreto por el que es perseguido por los villanos más malvados del universo. Quizá la metáfora del héroe solitario (a veces acompañado por la bellísima Jessica Beil) que puede salvar al mundo es redundante, pero la película es un plato fuerte del género.