Un alcohólico con alas.
Si alguien todavía tenía esperanzas en el regreso de Robert Zemeckis al cine tradicional, hoy puede comenzar a revaluar sus expectativas para eventualmente abandonarlas del todo. El norteamericano viene de realizar una más que lamentable “trilogía animada” compuesta por las mediocres El Expreso Polar (The Polar Express, 2004), Beowulf, la Leyenda (Beowulf, 2007) y Los Fantasmas de Scrooge (A Christmas Carol, 2009), tres epopeyas millonarias que le demandaron una década de trabajo y dejaron en claro su obsesión para con la “motion capture” en general y el mimetismo bobalicón de aquellos maniquíes tiesos...