Resulta imposible no considerar a Elle como una de las joyas cinematográficas del 2016. Con una estética hermosa y elegante, una atrapante historia y sobrias actuaciones, el film, dirigido por el holandés Paul Verhoeven, quien volvió al ruedo luego de estar alejado de las cámaras por casi diez años, es una película -fiel al estilo del realizador- que sacude, provoca e inquieta al espectador desde el minuto uno.
Si bien trata diferentes temáticas “políticamente incorrectas” como la violación, filias sexuales y deseos reprimidos, Elle es un thriller psicológico oscuro perturbador y sofisticado que no provoca por todas esas cosas, sino que lo hace porque muestra cómo una mujer independiente y de carácter enfrenta diferentes situaciones dolorosas de un modo inusual.
Basada en la novela “Oh…”, del escritor francés Philippe Djian, Elle cuenta la historia de Michèle LeBlanc (Isabelle Huppert), una mujer fuerte y segura de sí misma que un día es atacada en su casa por un desconocido que la somete sexualmente. Sin recurrir a la policía -por la que siente una especie de rencor por un hecho traumático de su infancia- Michèle decide buscar a su atacante por su cuenta. A partir de allí comienza un juego extraño y macabro entre ella y su agresor.
Todo el trágico y revuelto entramado de la película no sería posible sin el sobresaliente papel de la francesa Isabelle Huppert. La actriz construye magistralmente la psiquis de un mujer fría, calculadora y dominante que manipula y maltrata a muchos de sus seres cercanos- ex marido, hijo, madre, amante- pero que la vez se muestra en algunas situaciones como una persona sumisa y vulnerable. Su trabajo genera una mezcla de emociones.
Verhoeven aseguró, luego de que le rechazaran el proyecto de la adaptación en Estados Unidos, que, tal vez, Francia sea el único país en el que se puede ser viejo y respetado. A sus 78 años el director demostró con Elle que no perdió las mañanas y que está más vigente que nunca. Luego de la excelente recepción que tuvo la película entre los cinéfilos, una buena lección para Hollywood sería que la experiencia y la sabiduría son cosas que hay que respetar. Porque viejos son los trapos.