La clase obrera va al espacio.
No se puede negar que Neill Blomkamp tiene las ideas más que claras en lo que respecta a la estructuración narrativa y los mensajes generales que desea transmitir a través de sus films, dos “rubros” que indudablemente han sido descuidados en el común de la producción hollywoodense actual. Hace poco el sudafricano sorprendió para bien con Sector 9 (District 9, 2009), un verdadero cyberpunk tercermundista que lo catapultó a la fama y le abrió la puerta al star system y a presupuestos mucho más abultados. En un momento profesional en que la mayoría de los realizadores claudican en sus pretensiones revulsivas primordiales (recordemos lo ocurrido durante los 90 con una infinidad de cineastas de la periferia), Blomkamp aprovecha su arribo a la industria norteamericana para redoblar la apuesta, construyendo lo que en términos prácticos es una “secuela conceptual” de su obra anterior...