En defensa propia: Dudosa moraleja sobre el paso del niño al hombre.
Un corredor de Wall Street se ve obligado a evadir a un jefe de policía que investiga un robo de un banco mientras intenta recuperar el dinero robado a cambio de la vida de su hijo.
El film da inicio con una escena escolar, el pequeño Danny juega con sus juguetes en el comedor escolar, suponemos durante un recreo, son dos muñecos que representan, uno el policía grandullón de brazos inflados y el otro el ladrón con su clásico piyamas a rayas. Siempre de espaldas, con su voz de poli malo intenta intimidar al ladrón para que se entregue. Juego de niños. Detrás la voz de otro lo congela, alguien se burla de lo que está haciendo y recibe una trompada por ello.
Su padre, un joven y por lo visto exitoso empresario, cree que la mejor manera de ayudar a su hijo, de que enfrente sus miedos y acosadores, es llevarlo de cacería, como solía hacer su padre con él. Hasta aquí nada fuera de lo común en lo que respecta a ciertos cánones sociales que muchos americanos practicas, su Coming of age a través de estas actividades son ciertamente conocidas. Pero la basa de la historia es que no solo el niño deberá aprender la lección, su padre Will también deberá atender a otras. Quizás ese siguiente paso que a muchos nos sacudiría hasta el tuétano y que es convertirse en un cazador de hombres.
El robo al banco, que por alguna razón no explicada de manera coherente, ha salido mal. Dos de los maleantes se enfrentan por el dinero, ellos son testigos de un intento de asesinato y antes de morir yo, lo harás tu. Sí, básico y metódico como toda la filmografía de este amante de la acción trepidante y de Bruce Willis, con él que lleva filmadas ya tres películas, que redundan en esos tópicos, secuestros, retorcidos destinos para el dinero robado al banco. Pero por sobre todo, es indiscutible su inclinación a enrevesar las historias queriendo plantear en ellas mas de un plot twist. No todo será aprendizaje, habrá venganza y el recuerdo de una vieja historia que querría venir al caso pero que mezclada en todas las subtramas se pierde en un “a cuento de que viene esto”. Una pena teniendo en cuenta las intenciones del reparto intentando colocar todas fichas en sus personajes, pero que terminan divagando en un retorcido cuento de ladrones robados. Plantear la idea de que no hay héroes sino que solo sobrevivientes de esta manera queda en una dudosa moraleja sobre la madurez.
Además de ver como el secuestrador y posible asesino da lecciones al niño, con un síndrome de estocolmo amañado, de como tratar con los abusadores, que por cierto tiene mejores lineas que las intentadas por el padre. En definitiva es un film trepidante eso sí, que va en búsqueda de una buena historia pero tropieza todo el tiempo con un guion carente de cohesión, como si fuera un primer ensayo de una historia que por cierto ya vimos y mejor narrada.