Libertad y exuberancia
Para aquellos que no lo sepan, vale aclarar que la adaptación cinematográfica de En el Camino viene demorándose desde prácticamente su publicación, en 1957. Mientras que la obra se convertía de a poco en uno de los principales manifiestos de la contracultura de la década posterior, el propio Jack Kerouac solicitaba a Marlon Brando como protagonista y se ofuscaba cuando su representante condenaba el proyecto al ostracismo por pedir “mucho dinero” por los derechos. En 1979 éstos últimos quedaron en manos de Francis Ford Coppola y desde ese instante comenzó el martirio orientado a reunir el elenco y los fondos necesarios para una película de época, un proceso tedioso que hoy por fin dio un resultado.
El sabor agridulce en nuestro paladar es innegable: estamos ante un film muy correcto desde el punto de vista formal pero carente de esa furia existencial que encontrábamos en las páginas de la novela. Si bien la propuesta incluye todos los “detalles sórdidos” que causaron impacto por aquellos años (las orgias, las drogas, los robos y demás avatares), aquí se extrañan la libertad, la exuberancia y esa suerte de felicidad lúdica -y por momentos caótica- que caracterizaban al original. Tampoco podemos afirmar que el guión de José Rivera sea anodino ni mucho menos, el problema pasa por no haber podido aprovechar las capas retóricas intervinientes para construir una epopeya verdaderamente arrolladora.
En ello juega un papel fundamental la determinación de enfocarse en los aspectos más miserables de la historia, como si detrás de cada acción de los protagonistas encontrásemos más angustia sublimada que celebración de la vida. Esta road movie de tono ocre reproduce la consabida estructura del libro: centrándose en la amistad entre Sal Paradise/ Kerouac y Dean Moriarty/ Neal Cassady, somos testigos de una serie de viajes hedonistas encarados por un grupo de amigos adictos al jazz y la literatura, con vistas a huir de la monotonía diaria. Sam Riley, el Ian Curtis de Control (2007), y Garrett Hedlund, de la interesante Tron: El Legado (Tron: Legacy, 2010), encarnan con solvencia a los antihéroes de turno.
Una extraña decisión de casting fue la de elegir actrices de renombre para roles secundarios que necesitaban un mayor desarrollo, así nos topamos con Kirsten Dunst, Amy Adams y Kristen Stewart (la excepción masculina es Viggo Mortensen como Old Bull Lee/ William S. Burroughs). Definitivamente Coppola le pidió a Walter Salles que combine el pulso narrativo de Diarios de Motocicleta (2004) con el humanismo minimalista de Estación Central (Central do Brasil, 1998), y si bien supera lo hecho en Agua Turbia (Dark Water, 2005), su otra realización en inglés, el brasileño en esencia entrega una película digna que descuida un poco la intensidad dramática y no percibe el potencial de personajes míticos…