La película de Zemeckis se toma su tiempo hasta llegar al clímax, pero la espera vale la pena.
Todos vimos las fotos en algún lado, la flaca silueta del hombre sobre la cuerda entre las torres gemelas. La historia de Philippe Petit resultó en un fantástico documental (Man on Wire, 2010 ganador del Oscar) donde cuenta en primera persona su hazaña, usar el World Trade Center como un escenario.
La primera pregunta que viene a la mente luego de ver el film es si necesitabamos la dramatización hollywoodense de la historia. La respuesta es si, aunque fuese inevitable de cualquier manera.
Quién más se luce en “En la cuerda floja” es su director, Zemeckis juega con la tecnología a su disposición para crear la sensación de vértigo necesaria para involucarnos en la trama, y haciendo desde su silla de director lo imposible posible. Desde poner la cámara sobre la cuerda hasta crear dos edificios que ya no existen.
Si bien “En la cuerda floja” es en su mayoría un preludio hacia “la” escena, el guión se las arregla para mantener el interés en el viaje del protagonista, en gran medida sostenido por el enorme carisma de Joseph Gordon-Levitt que empieza el film rompiendo la cuarta pared (un artilugio arriesgado) y sin embargo logra que sea convincente, tanto como su acento y su aspecto 60’s french.
Zemeckis es un showman, tanto como Petit, por ende le sienta muy bien la ambición artística de su personaje para desarrollar todo su arsenal de efectos (especiales y emocionales) estos últimos que en su filmografía en general rozan con el melodrama cursi (Forrest Gump, 1994).
Era inevitable también que un film de un estudio estadounidense, guionado y dirigido por estadounidenses desaproveche la oportunidad para ser un canto de cisne de las Twin Towers, la película también es eso, un homenaje (innecesario) a esos edificios y la tragedia de 2001, hecho por un director que sabe manipular a su audiencia de manera condescendiente. Ver el film en 3D y en IMAX agiganta la experiencia, pero en definitiva “En la cuerda floja” es pochoclo, de calidad, pero pochoclo.