Dirigida por Afonso Poyart, este nuevo thriller promete desde el vamos un duelo entre Anthony Hopkins y Colin Farrell, es decir, no promete mucha sorpresa (no hay comparación entre estos dos actores, no importa cuánto me canse de defender a mi querido Farrell).
Hopkins interpreta a John Clancy, un hombre que decidió aislarse del mundo y de su profesión cuando su joven hija falleció a causa de una leucemia. Pero cuando el agente Joe (Jeffrey Dean Morgan) se encuentra ante un caso de asesino serial difícil de resolver, decide acudir a él y convencerlo de volver al ruedo. Es que John no es un simple agente o detective, es un psíquico con visiones claras y precisas que podrían resolver el caso de una manera más sencilla. La compañera de Joe es Katherine (Abbie Cornish), quien no cree en esas cosas sino en la psicología. Pero lo interesante de esta confrontación de ideas sólo se da en los primeros minutos, luego todos aceptarán con mucha naturalidad las visiones de John.
Hay una construcción estética muy cuidada en esta película, una intención por diferenciarse de los thrillers más convencionales. Por momentos dan ganas de acordarse de la serie Hannibal (no debería ni recordarles que Hopkins fue el primer Hannibal –bueno, el segundo teniendo en cuenta la película de Michael Mann de 1986 en la que dicho personaje se apellidaba Lektor por problemas de derecho), donde su protagonista también reconstruye escenas en su cabeza pero siempre a través de indicios (aunque sí tiene una facultad sobresaliente a la hora de interpretarlos que el resto no). Acá, John lo tiene un poco más servido, sus visiones son exactas –nunca se discuten-, aunque a veces incompletas y debe llenar huecos.
También hay una intención de plantear un juicio moral que no conviene desvelar de antemano.
Por último, el duelo que se promete se da, claro, a último momento, aunque lo cierto es que el personaje de Colin Farrell no aparece hasta muy (casi demasiado, diría) entrada la película.
Un dato bastante interesante es que en un principio se pensó en tomar este guión y hacerle algunos cambios para que funcione como secuela de "Seven", thriller maestro de David Fincher del cual sin dudas esta película toma sus influencias. Fue justamente Fincher quien desestimó la idea.
Resumiendo, "Solace" es un thriller apenas efectivo. Es decir, funciona como tal, pero no tiene más que ofrecer. Intenta demasiado (sí, peca de ser un poco pretensiosa por momentos) diferenciarse con secuencias muy enfocadas en lo estilístico. El problema es un relato que no logra desarrollarse de manera profunda, en la cual muchas cosas se suceden rápido y se siente que casi porque sí. Recomendable como placer culposo para fanáticos de los thrillers más convencionales y no mucho más.