Patrullando la ciudad…
Podríamos decir -sin temor a equivocarnos- que En la Mira (End of Watch, 2012) es uno de esos pocos films que surgen desde Hollywood con pretensiones de reformular algunos rasgos habituales del género en cuestión, no obstante a medida que avanza el trajín todo el convite termina cayendo bajo el peso de su propia ambición e incapacidad para alcanzar los objetivos fijados de antemano. Este policial “modelo hardcore” analiza la rutina diaria de un par de oficiales que recorren las convulsionadas calles de Los Angeles, lo que en términos prácticos implica una catarata de slang, balaceras gore y mucha cháchara tediosa.
Tomando elementos varios de la interesante Día de Entrenamiento (Training Day, 2001), indudablemente el guión más recordado del hoy también realizador David Ayer, la película utiliza el formato de los “falsos documentales”, tan en boga en la actualidad en el terreno del horror seudo independiente, para aplicarlo a la furia y la desesperación de los laberintos metropolitanos con el deseo de construir algo así como un ejemplo de “cinéma vérité” posmoderno. Si bien debemos reconocer que la idea a simple vista resulta prometedora, la ejecución concreta es bastante chata y carente del brillo necesario para abrirse camino.
La pareja no tan despareja de “compañeros azules” está interpretada por los eficaces Jake Gyllenhaal y Michael Peña, un dúo que sostiene con dedicación un verosímil a veces pasable, a veces maltrecho. En ocasiones la obra se toma a sí misma demasiado en serio, circunstancia que la lleva a abusar de las anécdotas inconducentes y los diálogos huecos en pos de apuntalar un humanismo maniqueo que no puede ocultar su apología -esperable pero boba- para con el “heroico devenir” de estos funcionarios estatales de pocas neuronas, machismo de cotillón y una propensión hacia un sinfín de situaciones por demás mortíferas.
De hecho, la propuesta se aleja ostensiblemente de Reyes de la Calle (Street Kings, 2008), el trabajo anterior y más tradicional de Ayer, y el cambio le juega en contra porque a fin de cuentas es preferible un policial clásico con alma que un rejunte insatisfactorio de retrato suburbial, detalles de “alto impacto” y un paradigma formal implantado a la fuerza. Como colección de escenas inconexas acerca del ascenso y eventual caída de los protagonistas, En la Mira se deja ver y no mucho más. A nivel dramático el film fracasa al ofrecernos una crónica basada en la repetición, la verborragia facilista y los atajos aburridos de siempre…