Boyle le da un toque intrigante y moderno
Del británico Danny Boyle siempre se puede esperar alguna originalidad. Nos sorprendió con su inicial Tumba al ras de la tierra y con posterioridad hizo lo propio en Trainspotting y ¿Quieres ser millonario?, por mencionar sólo tres de sus películas.
En este nuevo filme transita lo que se conoce como neo-noir. Es decir, una propuesta que incluye muchas de las características identificatorias del cine policial negro clásico (robo, extorsión, delación, humor sarcástico), pero con una envoltura visual mucho más sofisticada.
Es la presencia del crimen lo que confiere al filme negro su impronta más habitual. En este caso, el relato comienza con el robo de una pintura de Goya (Brujas en el aire ) valuada en 27 millones de libras esterlinas, ejecutado por una banda conducida por Frank (Cassel) e integrada por otros tres hampones.
En realidad, quien hace desaparecer el cuadro, en momentos en que ocurre el atraco, es Simon (McAvoy), un empleado de una distinguida casa de remates de Londres. Simon se alió con la banda de Frank apurado por deudas de juego. Al verse traicionado, Frank golpea a Simon con la culata de su rifle y lo deja amnésico.
Y a Frank no se le ocurre mejor idea que someterlo al tratamiento de una hipnoterapeuta llamada Elizabeth (la norteamericana Rosario Dawson), con la esperanza que recupere la memoria y pueda recordar qué hizo con el Goya.
Estos datos corresponden al prólogo de En trance . Luego el director lleva al espectador a través de una historia que combina elementos del thriller psicológico y el drama erótico. Y todo salpicado por ramalazos de violencia, donde la dama se asume como la típica "femme fatale" del cine negro. Además, ejecuta una cínica y fría manipulación.
El director reconoció que la estructura de la película es "diabólicamente complicada", y tiene razón. Boyle apela a reiterados flashbacks que quiebran la linealidad del relato y en algún momento introduce una subtrama, ocurrida con anterioridad al atraco, que esclarece la historia central y, a su vez, la complejiza.
En trance está parcialmente inspirada en un telefilme británico de 2001, escrito y dirigido por Joe Ahearne y a su vez es posible identificar influencias, aceptadas por el propio director, de Cuéntame tu vida (Spellbound , 1945), de Alfred Hitchcock, que tuvo una ambientación surrealista de Salvador Dalí y fue protagonizada por Ingrid Bergman y Gregory Peck.
Pero Boyle se diferencia de Hitchcock por la modernidad de su puesta en escena, los sorpresivos giros de la historia, la movilidad de la cámara y un montaje que atrapa al espectador, casi sin dejarle margen para la distracción.