Carisma con arrugas
No es un historia nueva: una pareja (moderna) se conoce, hay una atracción inmediata (fuertemente sexual) y en el proceso en el cual comienzan a conocerse con más profundidad (a veces, ese primer día; a veces después de años de matrimonio) resulta que por lo menos uno de los dos es un agente secreto altamente profesional. Lo habíamos visto, por ejemplo, en Sr. y Sra. Smith, lo volvemos a ver en Encuentro explosivo. La falta de originalidad no es en sí un problema (después de todo, eso es lo que constituye un género cinematográfico: la repetición) y esta película sabe navegar por aguas un poco preformateadas pero aun así entretenidas.
Buena parte del mérito se lo llevan sus dos protagonistas: estrellas ya establecidas de Hollywood como Tom Cruise y Cameron Diaz, que se atreven a desplegar todo su encanto y todas sus arrugas frente a cámara. Si esta historia funciona (y funciona) se debe en gran medida a que esas sonrisas que ya conocemos tan bien siguen chispeando. En realidad, desde Una guerra de película que no veíamos a Tom Cruise como se debe. Su personaje es ligeramente atontado, a la vez que canchero y súper profesional, y funciona gracias a los primeros planos y la sangre fría frente a las situaciones más absurdas. A Cameron Diaz no se la veía bien desde hacía un tiempo, pero de nuevo en un papel de mujer fuerte (a la que le gustan los autos) funciona y rinde.
El aire despreocupado e irreal que respira toda la película funciona como un buen marco para esta historia que (como dijimos) ya habíamos visto antes y que arrastra buena dosis de autoconciencia fílmica. Por decirlo de otra forma: las escenas de acción, por ejemplo, son tan concientemente “escenas de acción” (como la persecusión en la autopista, la pelea en el avión, la persecusión en la isla) que juegan el juego sin complejos, sin preocuparse por un supuesto realismo, por una corrección o la espectacularidad (aunque la tienen). La adrenalina se autojustifica.
Resulta ejemplar la secuencia en la que, puestos en la perspectiva del personaje interpretado por Cameron Diaz, que fue drogada, seguimos un secuestro y escape de medidas desproporcionadas sólo a través de los pequeños instantes de conciencia que se funden a través de encadenados a negro y que nunca se explican. De pronto estamos en un galpón, de pronto Tom Cruise cuelga cabeza abajo, de pronto estamos en un avión. Sabemos lo que pasa y a la vez no. Ni siquiera hace falta que la película llene los vacíos: esos vacíos serían secuencias típicas de acción (la película asume su pertenencia genérica) que a la vez se disfrutan por lo extremo de su propuesta.
Vemos lo que ya vimos, pero lo vemos bien hecho. Aunque la historia de amor es un poco plástica, la película se disfruta sin el menor problema.