Ya dijimos que esto es top 10 del año y, en serio, de lo más divertido que se encuentra en cine hoy.
La historia arranca y, ya todos los que vimos el trailer, sabemos que hubo una muerte calificada como el suicidio del exitoso novelista de crímenes policiales, Harlam Thrombey (Christopher Plummer), la misma noche de su fiesta de cumpleños en la que toda su familia, sirvientes y su enfermera Marta Cabrera se hicieron presentes. Al mejor estilo del juego de mesa de misterios, Clue, y retomando las directrices de Agatha Christie, se transforma, una semana después, en una investigación por homicidio que involucra a todos los invitados de esa misma noche.
¿Cómo murió Thrombey? ¿És suicidio u homicidio? ¿Cuál es la resolución del tercer acto? Se sabe a mitad. ¿Termina todo ahí? ¿En realidad es todo tan así? Claramente no, y ESO es lo mas genial de todo.
La película dirigida por Rian Johnson, encasillado en la polémica tras dirigir el episodio 8 de Star Wars pues es una saga tiene un espectador/a muy incendiario y pasional, es un claro ejemplo de que se puede hacer cine inteligente, divertido, extendido (2hs10min), complejo, llenarlo de gags y chistes a lo mainstream, y que no pierda ni una gota de pureza y originalidad. El excelente guión viene también de la mano de Johnson que apuesta al juego de introducir al espectador como parte esencial de la trama dándole un paseo por los vaivenes del misterio a resolver. En la primera que el público predice y resuelve todos los movimientos y aristas, con una narrativa magistral, no tarda en contradecirlos con giros de lo más graciosos que se apoyan en un repertorio de personajes espectaculares y grotescos en su composición.
Del diseño de producción vamos a decir que tiene y se consigue todo lo necesario, desde la iluminación hasta todos los objetos dentro del escenario, para formar un parque de diversiones que guste a cualquier amante del género. El director y el público bien agradecidos están.
Es hora de destacar la lista dorada de actores y actrices que son todas estrellas. Encuentran acá un refugio fuera de la pantalla verde y los trajes de spandex. Muy difícilmente se los ve por el común de películas que se presentan en festivales, y no de esa manera en la cadena comercial de multipantallas: Chris Evans, Daniel Craig, Ana De Armas (quizás el mejor apellido de la historia), Jamie Lee Curtis, Katherine Langford, Michael Shannon, Jaeden Martell, Frank Oz, Christopher Plummer, Don Johnson y Toni Colette. Para que se den una idea de lo que representa este reparto en el mundo del marketing dentro del cine es que en el póster oficial de la película requirió colocarlos a todos y a cada uno de ellos. El despliegue de personajes que se va formando en relación con el desarrollo de la trama es preciso, se podría decir que hasta medida con una regla milimétrica. No para de sorprender la transformación y la composición de cada uno que van desde lo más bondadoso y empático, por parte de la familia de Thrombey, hasta la repugnancia más grotesca y de relieve de lo que representa el ideal racial, clasista, xenófobo, de falsa meritocracia americana y, claro está, es todo un gran golpe en la cara a Donald Trump. Por parte de la minoría, es decir de los buenos, tenemos a dos oficiales de policía, interpretados por LaKeith Stanfield y Noah Segan, que hacen el papel de pupilos de Benoit Blanc (Daniel Craig), un sofisticado y respetado detective privado al mejor estilo Sherlock Holmes. Al lado de ellos actúa de asistente Marta Cabrera (Ana De Armas), una tímida y bondadosa enfermera, que es utilizada por los efectivos debido a su incapacidad de producir mentiras ya que, si lo hace, vomita. Literalmente.
Se transforma entonces, sí, en una de las mejore películas del año por que es divertida en su elegancia e inteligencia, por un atractivo tanto visual como por su desarrollo narrativo; por su elenco, por su trama, por sus personajes y por generar en el espectador la sensación de ser parte, que es lo mejor que nos puede ofrecer el buen cine.