Juntas, pero con dudas
Dos mujeres independientes y de buen pasar parecen tener todo resuelto en medio de la belleza romana. Federica (Margherita Buy) es arquitecta y restauradora y Marina (Sabrina Ferilli) es una actriz retirada que ahora dirige un coqueto restaurante casi como un pasatiempo. Pero tras cinco años de convivencia, de gato bengalí sobre la cama, tostadas con café y exquisitos placeres compartidos, también aparecen los baches de la relación. Esas fisuras que pasan más por los roles no asumidos que por la falta de amor. Es que Federica experimentó su faceta heterosexual, es madre y está algo insegura de su elección sexual. Por ahí transitará el caos que plantea María Sole Tognazzi, hija del eterno Ugo Tognazzi. Las dudas comienzan a afectar la confianza de Marina, quien siempre tuvo muy en claro su lesbianismo y hasta lo contará en una revista tipo Caras. No todos tienen ganas de contar con quien duermen, y quizá menos en una Italia cerrada al matrimonio igualitario, aunque la realizadora jamás hace foco en este punto. Lo que sí muestra Tognazzi es a los hombres básicos y estereotipados, como si la complejidad fuera sólo del universo femenino. Las actuaciones son efectivas y sacan apenas a flote a un filme previsible, pero que puede dejar con una sonrisa a muchos espectadores.