Drama carcelario para entretener
Este drama carcelario llega a las pantallas de nuestro país en momentos en que las fugas de las cárceles son una noticia casi cotidiana. Pero lo que ocurre en este filme no es "la realidad" sino un simple entretenimiento, dirigido a quienes les agradan los productos de ese subgénero.
Después de haber compartido algunas escenas en las dos versiones de Los indestructibles, Stallone y Schwarzenegger son en este caso los protagonistas casi absolutos.
Stallone tiene 67 años y el ex gobernador de California registra 66, pero están dispuestos a demostrar que la edad no es un impedimento para protagonizar acciones de alto riesgo.
Stallone es Ray Breslin, un especialista en testear la seguridad de las cárceles. Ingresa como un condenado más, pero con el propósito de fugar, para poner en evidencia los puntos débiles de los sistemas de seguridad. Además es autor de un libro titulado La seguridad en las instituciones carcelarias.
Breslin tiene un representante y por su intermedio le llega una propuesta a cambio de cinco millones de dólares. Debe verificar una cárcel de máxima seguridad, inexpugnable, ilegal y privada, que alberga la peor escoria criminal. También es conocida como "la tumba", porque nadie sale vivo. Y de los internos se dice que son "desaparecidos".
Breslin ingresa con el nombre de Anthony Portos y toma contacto con el alemán Emil Rottmayer (Schwarzenegger), recluido por ser un supuesto cómplice de un famoso y muy buscado estafador llamado Manheim.
Cuando Breslin/Portos verifica que su código de evacuación preestablecido para casos de emergencia ha sido eliminado y alguien del exterior quiere que no salga nunca más, decide poner a prueba sus conocimientos y su experiencia para huir. Y para ello recibe la ayuda de Rottmayer.
En su libro, Breslin sostiene que para fugar de una prisión se requiere conocer la rutina de los carceleros, obtener la complicidad de alguno de ellos y lograr a su vez un apoyo exterior. Pero en este caso percibe que ninguna de esas alternativas es posible.
Si en los años recordados ochenta, en el marco de un contexto social con una fuerte tendencia al armamentismo y el revanchismo bélico, Stallone y Schwarzenegger fueros los grandes "héroes" del cine de acción, en Escape imposible deben conformarse con actuar en un escenario cerrado y apelar más a su ingenio que a las armas.
Su principal enemigo es Willard Hobbs, el director de la cárcel, partidario del castigo y la tortura para lograr sus objetivos y hacer confesar a los detenidos.
Está filmada con un lenguaje clásico, al estilo de los filmes de acción de los años ochenta, pero con recursos técnicos actuales. E incluye escenas espectaculares, en especial en el último tramo del relato.
Predomina una cierta tendencia a la autoparodia, pero también la brutalidad y el consabido método de la ejecución de perversidades por los "malos" para obtener la adhesión del espectador hacia los "buenos", a pesar que este esquematismo argumental ya no resulta creíble.