Existen actores y cineastas que nacieron para un género cinematográfico. La comedia romántica dio una buena serie de ejemplos, como el de Hugh Grant y Marc Lawrence. El actor se consagró como galán simpático en películas escritas y/ o dirigidas por Richard Curtis –Cuatro Bodas y un Funeral, Un Lugar Llamado Nothing Hill, Realmente Amor– y fue un atractivo perverso en El Diario de Bridget Jones y su secuela. Lawrence comenzó como guionista y productor de televisión en la serie Lazos Familiares, caldo de cultivo de humor, drama, amor y, por supuesto, Michael J. Fox, quien protagonizó lo primero que Lawrence escribió para la pantalla grande: Life with Mikey. Le siguieron guiones de una serie de films, los más exitosos protagonizados por Sandra Bullock: Fuerzas de la Naturaleza y Miss Simpatía. Y cuando ascendió al puesto de director, se le unió Hugh y surgieron Amor a Segunda Vista, Letra y Música e ¿Y Dónde están los Morgan?
Escribiendo de Amor es la cuarta colaboración del tándem Grant- Lawrence. Un tándem en estupenda forma. Keith Michael (Grant), otrora guionista exitoso -ahora en la mala- que acepta el primer trabajo disponible: dar clases en la universidad de Binghamton, Nueva York. Un trabajo que se le antoja pesado (sostiene que los docentes son profesionales que fracasaron en sus carreras y deben limitarse a enseñar), y en un lugar frío, lluvioso, sin atractivos, alejado del glamour hollywoodense al que estaba acostumbrado. La adaptación será peor de lo que se imagina, y al principio no se toma las clases con seriedad, prefiriendo el sexo y las bebidas. Pero pronto le tomará el gusto a la enseñanza y también a sus alumnos, especialmente a dos: Karen (Bella Heathcote), con quien pasará ratos agradables entre las sábanas, y Holly (Marisa Tomei), una universitaria madura que quiere mejorar su escritura y de la que él, al mismo tiempo, aprenderá sobre sí mismo.
La película es una mezcla de Letra y Música e ¿Y Dónde están los Morgan? Keith es más cercano al Alex Fletcher de Letra… y sus vaivenes creativos, pero se encuentra en medio de un choque de culturas, igual que el matrimonio Morgan. De todos modos, conserva la esencia de los protagonistas de los tres film anteriores de Lawrence: individuos en una encrucijada de sus vidas, donde todavía hay una segunda oportunidad en lo profesional y, sobre todo, en lo personal. Además, el director aprovecha para colar una crítica a los manejos de Hollywood (sin duda, debe haber más de un elemento autobiográfico) y cómo es visto Hollywood por fuera, más precisamente en el ámbito universitario, que incluye sus propios estereotipos y modalidades.
Como no podía ser de otra manera, Grant es el alma del film. Aquí reincide en un papel donde combina ternura, ocurrencia y picardía, como cuando selecciona a las aspirantes a alumnas de su cátedra según su belleza y juventud. Pero también es posible encontrar algo de tormento en él, ya que no logra seguir viviendo de su pasado triunfal (entre clase y clase, Keith aprovecha para escribir la secuela de Paradise Misplaced, su trabajo más exitoso) y trata de recobrar la relación con Alex, su hijo.
Siguiendo los pasos de Sandra Bullock, Drew Barrymore y Sarah Jessica Parker en las tres películas anteriores de Lawrence, Marisa Tomei es la nueva partenaire de Grant. Otra vez la coprotagonista femenina representa lo opuesto al rol de H.G., y entre ambos surgirá una química que “podría” llevar a algo más. Una nueva muestra de la versatilidad de Tomei, convincente en comedia y drama. Por el lado de los secundarios, J.K. Simmons, Allison Janney y Chris Elliot cumplen en sus composiciones de amigos y rivales, según el caso. Simmons y Janney -los padres de Ellen Page en La Joven Vida de Juno– le sacan el jugo a sus interpretaciones.
Más comedia a secas que comedia romántica, Escribiendo de Amor es una historia contada otras veces, con un profesor que enseña tanto como aprende. Sin embargo, tal como explica Keith en una clase, a la hora de escribir no hay reglas, ya que lo importante es ser fiel a lo que se está contando y hacerlo propio. Marc Lawrence respeta ese principio, con la siempre estimable ayuda de Hugh Grant.