La imagen de Raúl Alfonsín en Plaza de Mayo deseando “Felices Pascuas, la casa está en orden” tal vez sea una de las más representativas de la política desde la vuelta de la democracia. Esto no es un golpe indaga en la negociación del ex presidente con Aldo Rico durante el levantamiento carapintada de 1987.
Sergio Wolf recorre en el presente Casa Rosada, Campo de Mayo o el Edificio Libertador y su atención al detalle en esas locaciones claves vuelve más vistoso el documental.
El cineasta vuelve a recurrir a su personalidad detectivesca de Yo nos sé qué me han hecho tus ojos en otro relato centrado en la construcción de la memoria. Wolf reconoce durante el filme que sintió cierto dejo de decepción hace treinta años por el desenlace del conflicto con la sanción de la Ley de Obediencia Debida. Esa voz en off sumada a la participación del cineasta en algunas entrevistas vuelven más personal esta exaltación de Alfonsín.
Wolf construye la dimensión de la figura de Alfonsín a partir de esa ausencia y mediante relatos de figuras que fueron fundamentales en el proceso de negociación como Leopoldo Moreau, Horacio Jaunarena, Jesús Rodríguez e incluso Rico.
El líder carapintada, durante la entrevista, consigue ser tan intimidante, aun carente de poder político actual, que agiganta el enfrentamiento mano a mano con Alfonsín hace tres décadas.
Los protagonistas hacen un repaso minucioso de la crisis y el cineasta da tiempo a los puntos de vista múltiples ante versiones contrapuestas. Wolf se luce, a partir de esos relatos detallados, en la tensión narrativa del documental, como si no se centrara en uno de los momentos más conocidos de la historia argentina desde el final de la dictadura.