La vida después de la muerte es el tema que surge a primera vista en "Eterno paraíso". Pero hay más. Porque escarbando a fondo, o más acá en la superficie, se percibe la verdadera intención del director local Walter Becker: contar una historia de amor. Pablo y Esperanza (impecable interpretación de Matías Mayer y María Abadi) son la pareja ideal. Se desean, se acompañan, se cuidan, tienen sueños, un romance desde la infancia y esa ilusión de la casa propia en un lugar paradisíaco. Pero deviene la tragedia. Ella se va a otro plano y él quiere encontrarla en ese mundo paralelo, el mismo que le enseñaba su padre en esos experimentos que siempre fueron un enigma. En esa mutación, Pablo buscará al amor de su vida pero será la excusa necesaria para buscarse a sí mismo. Y hallar las respuestas a todas las preguntas inconclusas de su vida. En un salto cualitativo respecto con su debut en "A dos tintas", Becker hace foco en una historia bien contada y mejor filmada y, sin pretender mostrar algo novedoso en lo referido al tema del más allá, ofrece una ambigüedad saludable en un final inteligente. Porque la mejor manera de cerrar un historia es que el cuento abra e interpele. Y por allí espiar ese "Eterno paraíso".