Extraordinario

Crítica de Emiliano Fernández - Metacultura

Sobre las asimetrías cotidianas

Gran parte del Hollywood cínico de nuestros días no sólo ha dejado de lado las propuestas de corazón sensible de antaño, aquellas destinadas al público familiar y que solían incluir un mensaje de integración y respeto un tanto light, sino que además hoy el grueso de la industria ha decidido volcar sus pocos esfuerzos en el rubro hacia los bodrios cristianos, todo un enclave embanderado en una hipocresía y un maniqueísmo espantosos que para colmo pretenden ganar adeptos para la derecha fascistoide e hiper conservadora de Estados Unidos. Extraordinario (Wonder, 2017) nos retrotrae precisamente a esas feel good movies del pasado en las que la interrelación entre la comedia y el drama daba por resultado un esquema amable sustentado en una dialéctica de golpes bajos sutilmente compensados con instantes de algarabía lacrimógena, por lo general vinculada a la introspección y el cariño.

Este opus de Stephen Chbosky, quien viene de entregar la también interesante Las Ventajas de Ser Invisible (The Perks of Being a Wallflower, 2012), administra con bastante astucia los ingredientes de la fórmula retórica y consigue un producto muy eficaz que se ubica en la tradición de las inefables El Chico de la Burbuja de Plástico (The Boy in the Plastic Bubble, 1976) y Máscara (Mask, 1985), aquellos cimientos del subgénero centrado en personajes con alguna característica física que provoca un desajuste/ resquemor en relación a los parámetros que la sociedad considera comunes y por ello “aceptables”: recordemos que mientras que la primera analizaba el devenir de un adolescente -interpretado por John Travolta- con un sistema inmunológico deficitario que lo condenaba a vivir en una burbuja estéril, la segunda nos presentaba a un joven Eric Stoltz con una deformidad en su rostro.

A decir verdad Extraordinario funciona como una “remake no oficial” de Máscara porque toma la arquitectura dramática del trabajo de Peter Bogdanovich y simplemente baja la edad del protagonista, traslada la acción a Nueva York y abre un poco el abanico de la familia en cuestión. Hoy el catalizador del relato es el padecimiento de August Pullman (Jacob Tremblay), un niño que ha tenido que someterse a muchas cirugías en su cara para sobrevivir a malformaciones congénitas, un martirio que lo ha dejado con un aspecto que lo avergüenza. Sus padres Isabel (Julia Roberts) y Nate (Owen Wilson), y su hermana Olivia (Izabela Vidovic), lo acompañan en el duro período de transición desde la educación hogareña a por fin comenzar a asistir a una escuela, un trance que enfrenta al pequeño con la discriminación, el bullying y los primeros chispazos de la incesante violencia del mundo.

Definitivamente el elemento que diferencia a la película de otras obras similares pasa por la decisión del guión de Steve Conrad, Jack Thorne y el propio director -a partir de una novela de R.J. Palacio- orientada a construir un pantallazo inesperadamente complejo en torno al círculo íntimo del clan Pullman en general y no sólo de August, detalle que nos lleva a conocer las historias de Miranda (Danielle Rose Russell), la ex mejor amiga de Olivia, y de Jack Will (Noah Jupe), el nuevo compinche de August. Más allá del excelente desempeño del elenco, encabezado por un Tremblay maravilloso que ya pudimos ver en La Habitación (Room, 2015) y Somnia: Antes de Despertar (Before I Wake, 2016), lo en verdad valioso de este melodrama de marginados es el equilibrio narrativo y la profundidad que se le concede a cada personaje en particular, a lo que se suma el hecho de que August no toma la forma del típico purrete caprichoso e indulgente de nuestros días ya que si bien tiene reacciones clásicas de los chicos, la trama le permite momentos de sabiduría que asimismo se condicen con la fortaleza y el porfiar de sus padres. Así las cosas, Extraordinario es en última instancia un retrato del campo simbólico de la sociedad actual, poniendo el acento en las asimetrías y los prejuicios que podemos encontrar en todos lados, frente a los cuales sin duda debemos subrayar la voluntad de comprensión/ entendimiento recíproco dentro del enrevesado marco de las injusticias cotidianas, las emociones y sus múltiples repiqueteos…