Paciencia no es lo que les sobra a los Blake, que parecerían una familia tipo, y lo es si uno se atiene al clásico formato papá, mamá, hijo, hija. Pero además -y no es lo de menos- son una familia tipo mafia, si bien ahora están en plan de retiro, lo que no significa que hayan abandonado del todo sus viejas prácticas sino que, previa confesión de algunos datos útiles para el FBI, han ingresado en un programa de testigos protegidos. Y así andan, cambiando de nombre, de domicilio y de país si es necesario, porque ya se sabe que el club al que pertenecían no admite -ni perdona- renuncias.
El problema con los Manzoni -tal el verdadero apellido del cuarteto que acaba de ser reubicado en un perdido pueblito de Normandía- es que son gente de pocas pulgas, y su manera de resolver los conflictos sigue siendo la misma de siempre: a puñetazos, tiros o bombas. Difícil mantener así el bajo perfil que recomendaron sus protectores para evitar que los detectaran. De poco vale que haya un agente de la CIA fiscalizando sus comportamientos. Si no, hay que ver cómo responde mamá cuando se siente desatendida en el supermercado o cómo usa la raqueta la nena de la casa cuando la acosa una banda de atrevidos. Y ni hablar de lo mal que le caen al jefe de la familia los plomeros impuntuales y los funcionarios inoperantes.
Como en cualquier film de mafiosos, en Familia peligrosa hay abundantes escenas de violencia, pero todo se juega aquí en plan de comedia para que Robert De Niro vuelva a releer en clave de parodia -como lo ha hecho en tantos films de la segunda etapa de su carrera- los personajes que lo hicieron famoso e incluso para que en una escena, bastante forzada por cierto, el ex gángster que ahora pasa por ser escritor participe de una especie de cine-debate, donde tras un inesperado cambio de programa se terminará proyectando (y será tema de análisis) Buenos muchachos . Un chiste del que probablemente habrán disfrutado más que los espectadores, el propio De Niro, el director y guionista Luc Besson y el productor ejecutivo, que no es otro que Martin Scorsese.
Con un guión más pródigo en ingenio, una comedia en torno de la cosa nostra pudo haber resultado bastante más graciosa (lo sabe bien Michelle Pfeiffer, que hace veinticinco años protagonizó la divertida Casada con la mafia ). Aquí, aunque el cuento tiene sus altibajos, ella sigue siendo encantadora y el entretenimiento, liviano, se sostiene. De Niro no tiene que esforzarse demasiado para reírse a costa de un personaje que se sabe de memoria y a Tommy Lee Jones le basta con el oficio para animar al desdichado agente encargado de vigilar a la incorregible familia. El libreto no ha sido demasiado generoso con el sector joven del elenco, pero Dianna Agron (de Glee ) y John D'Leo no desentonan.