Escrita y dirigida por María Alché, “Familia sumergida” es una ópera prima que bucea en lo que le pasa a una mujer cuando sufre una pérdida cercana, la de su hermana, cómo le va despertando algo que le pasaba pero estaba dentro y al mismo tiempo la hace reencontrarse cara a cara con fantasmas del pasado. Marcela (Mercedes Morán) está casada y tiene tres hijos.
Los cinco conviven en una casa pequeña, donde se amontonan cosas y personas. Sus hijos tienen problemas sentimentales, de espacio o estudiantiles. Su marido se muestra amable y atento… pero se va de viaje por trabajo justo cuando Marcela pierde a su hermana, aun después de que ella le diga, “Cuento con vos en la vida”.
Durante este verano Marcela empieza a vaciar la casa de su hermana y al mismo tiempo conoce y se conecta con un amigo de su hija, Nacho (Esteban Bigliardi). Él también se encuentra en un momento crucial de su vida: había preparado, es decir dejado, todo para irse a vivir al exterior de la mano de una propuesta que se cayó a último momento.
De repente los dos se encuentran compartiendo momentos de una intimidad palpable, como el revisar entre fotos viejas de la familia de ella, o visitar parientes de él que viven alejados de la urbanidad.
La insatisfacción de la que empieza a hacerse consciente Marcela no pasa por una simple crisis de matrimonio o de edad, su crisis emocional es mucho más introspectiva. Todo esto está narrado visualmente a través de escenas con luces naturales que intensifican un clima casi onírico, en un relato donde los fantasmas se van colando en medio de ensoñaciones confusas.
Acá, Alché remite al cine extrañado de Lucrecia Martel (Alché fue la protagonista de “La Niña Santa”) pero también a lo pesadillezco del cine de David Lynch. La fotografía es de Hélène Louvart, de extensa experiencia y que ha trabajado con directores como Win Wenders, Alice Rohrwacher y Claire Denis, entre tantos otros.
La música, que es de Luciano Azzigotti, termina de generar esos climas de extrañeza aunque por momentos se siente algo invasiva y, sí, descolocada. “Familia sumergida” es el retrato de esta crisis emocional y bastante introspectiva –la película se corre de muchos terrenos esperados para este tipo de historias: una mujer que en medio de su crisis comienza a relacionarse con un muchacho mucho más joven; no es esta la película-.
Marcela es una mujer y madre que intenta seguir su vida pero se rompe el lavarropas, se rompe un caño, y ella estalla en llanto mientras ayuda a su hijo a estudiar.
Y mientras tanto, esos fantasmas del pasado que acechan. Algunos corpóreos –como el medio hermano al que ella no siente parte de su familia y una reunión impostada- y otros que se cuelan en medio de la realidad en la que navega y se siente perdida. Este primer largometraje de María Alché la sitúa como una realizadora a seguir, acá develando un universo complejo y perturbador y al mismo tiempo sumamente atractivo.