Un personaje regresa a su lugar de origen, donde se reencuentra con amigos y familiares -y tal vez un viejo amor-, reflexiona sobre el pasado y vive el presente, tal vez con nuevas perspectivas del futuro. Un argumento muy visto en el cine, sobre todo en el cine argentino de las últimas décadas. Lo que diferencia a estas películas entre sí es cómo se encara la historia y el corazón y la sinceridad que los cineastas logran imprimirle. Fantasma vuelve al pueblo tiene las cualidades.
En este caso, quien retorna es Demóstenes (Alfonso Tort), mejor conocido como Fantasma. Se había ido para estudiar filosofía y letras en la universidad, pero ahora no es más que un hombre de 40 años, sin estudios universitarios terminados, sin empleo, sin perspectivas. En los días posteriores a la Navidad y previos al Año Nuevo, encuentra una ocupación en el locutorio de Luis Miguel (Juan Román Diosque), amigo de la infancia y hoy pequeño empresario. Además de hacer limpieza y cubrirlo con una infidelidad, Fantasma también recibe el encargo de buscar un lechón para cocinar el 31. Sólo consigue un cerdo vivo, que se volverá su nuevo compañero.
Luego de Capital (Todo el mundo va a Buenos Aires) y Granada y al Paraíso, el director Augusto González Polo presenta una nueva comedia agridulce sobre las complejidades de la madurez. Fantasma y sus amigos viven anclados en algunas costumbres de la juventud, pero al mismo tiempo el protagonista nota las diferencias marcadas con Luis Miguel y los suyos. El director también aprovecha para mostrar la rutina de una comunidad que mantiene costumbres, aunque comienza a ser contaminada por los aspectos más negativos de las grandes urbes, y hace hincapié en la relación con los animales. Las escenas de Fantasma y el porcino dan pie a los momentos más tiernos, aunque el chancho da pie a algunas gotas de humor absurdo.
El uruguayo Alfonso Tort demuestra por qué es un especialista en antihéroes cotidianos (inolvidable su debut en 25 watts, de Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll), pero también su versatilidad para ser creíble como un nativo de la provincia de Misiones. No menos interesante es el trabajo del músico tucumano Juan Román Diosque, que a través de Luis Miguel encarna a la antítesis de Fantasma y representa el avance de vicios capitalistas.
Fantasma vuelve al pueblo es como su protagonista: aparece de repente, por momentos parece tener un rumbo incierto, pero pronto encuentra su camino y se hace querer con ganas.