Bizarra. Y punto.
Es difícil calificar una película de estas características, donde los géneros se mezclan, donde se apuesta por hacer algo distinto, donde uno piensa de una forma y el público reacciona de otra. La historia parecía original, junto con el desafío de ser un producto local. Ahí fuimos.
No sabemos si la intención de la gente de Aeroplano con este film era hacer una mega producción o, una película bizarra con alto presupuesto, algo que, basándose en la historia del cine, es contradictorio. Y es que tiene los elementos de las películas de ciencia ficción de bajo presupuesto (historia, lenguaje, actuaciones) pero mezclado con los ingredientes básicos de una película comercial (postproducción, FX, despliegue), convirtiéndolo en algo indefinido que, sin embargo, es disfrutado por el público.
La historia es la siguiente: Se decide regar un virus mortal para poder acabar con cierta parte de la población. Mucha gente resulta infectada y muere al poco tiempo. Una de las medidas que se toman es poner es cuarentena un edificio porteño con sus inquilinos adentro. Y que los vecinos sospechen que uno de los residentes pueda tener el virus e infectarlos desata una verdadera guerra sin piedad en los pasillos el inmueble.
En materia de actuaciones no se destaca nadie. Cada actor hace de si mismo: Daniel Hendler es Daniel Hendler (para variar), lo mismo cuenta para la reaparecida Jazmin Stuart, mientras que a Federico Luppi le faltaba decir “Arteche y la puta madre que te pario” y defenestrar a Mirtha Legrand. Las risas exageradas y aplausos inexplicables del publico se los lleva Yayo, ya que lo mas festejado de la película fueron su “cómica” tonada cordobesa y sus ya conocidos insultos que generaron convulsionadas risas en toda la sala.
Lo peor, definitivamente, es la musicalización. Es realmente insoportable. Bajaron un loop de suspenso de un thriller de los ochenta de Internet y lo pusieron en todo momento. Igual, estas quejas se las tendría que dar al musicalizador, o al director, o al mediocre que no sepa que el silencio puede ser no solo un aliado, sino también un recurso útil.
De los FX no voy a hablar. Me pareció que estaban bastante logrados. No eran sorprendentes, pero eran aceptables. En cuanto al arte en general, cero ambientación. Agarraron 2 departamentos ya amueblados y filmaron allí. Solo el departamento del personaje de Yayo tenia un despliegue relativamente interesante. Por el resto, la locación resulto bastante monótona.
Para concluir, Fase 7 es una película ambiciosa, con mucha guita atrás, pero buscando enfatizar lo bizarro. Es una película que solo vería un sábado a la tarde en Telefe, cuando la emita, dentro de 5 años (y no encuentre otra cosa que ver). No la recomendaría en absoluto. Sin embargo, las risas y aplausos que se generaron en la proyección me lleva a decir que la vean sólo si son fans de Yayo y quieren mezclar su corrosivo humor con voladuras de sesos. Ustedes deciden.