Argentina, como el mundo en general, siempre parece al borde del Apocalipsis. Pero ninguna película nacional había mostrado cómo se produciría el the end definitivo ni cómo la gente se las arreglaría para lidiar con eso.
Fase 7 juega con el “¿Qué pasaría sí...?”, y lo hace mezclando ciencia-ficción, thriller de suspenso y comedia. Una mezcla exitosa, que recuerda al cine de Álex de la Iglesia, aunque sin tantos excesos.
Pero la mayor influencia en la película es la obra de John Carpenter. No hay citas ni homenajes descarados, pero sí desde el argumento y la música (minimalista, inquietante) se captura el sabor de algunas de las mejores creaciones del director estadounidense. Hay personajes encerrados ante el avance de una amenaza exterior —en este caso, una gripe mortífera—, y que deben hacer a un lado sus diferencias para salir de esa situación, como sucede en Asalto al Precinto 13. Sin embargo, pinta la paranoia, no se sabe quién está enfermo y los vecinos pierden el control, igual que los científicos de El Enigma de otro Mundo. Tenemos un personaje antiheroico, un rudo que cuestiona el sistema y el fiel a sus ideales sin importar las consecuencias, al estilo Snake Plissken (Kurt Russell) en Fuga de Nueva York. Y aparece una crítica implícita a las autoridades y su accionar frente a situaciones extremas: resultan dañinas a propósito o por su propia inutilidad. Algo que pasa mayormente en Sobreviven.
Se nota que el director debutante Nicolás Goldbart es fanático de Carpenter, y también de George A. Romero, ya que también podemos encontrar en Fase 7 un fuerte paralelismo con sus películas de zombies: nosotros, los seres humanos, resultamos siendo peores que el monstruo que quiere devorarnos; que las situaciones más desesperantes pueden revelar lo más podrido de cada uno.
Además, lo que también Goldbart aprendió de grandes como Carpenter y Romero es el sentido del “entretenimiento que te hace pensar” (lo que esa expresión signifique) y que menos es más. Con pocas pinceladas, nos muestra un país y un planeta al borde de la extinción, donde quienes aún no enfermaron se roban y se matan entre sí, donde las calles permanecen mugrientas y desiertas. Como la película se desarrolla generalmente dentro del edificio, sabemos lo que sucede afuera por los noticieros, por recortes periodísticos y por lo que se puede ver mirando por la ventana o desde la terraza.
Otro de los puntos fuertes pasa por las actuaciones. Si bien Daniel Hendler y Jazmín Stuart están muy bien, quien se roba la película es José Carlos Guridi, mejor conocido como Yayo. El humorista cordobés, famoso por sus trabajos en televisión, interpreta a Horacio, un duro dispuesto a la violencia con tal de sobrevivir; un hombre desconfía de todos, menos de Coco (el personaje de Hendler), con quien forma una improbable pero divertida dupla... hasta cierto punto. Es verdad Yayo es responsable de la mayoría de las salidas cómicas, pero también es convincente cuando se pone serio. Incluso llega a asustar.
Siguiendo con los actores, Federico Luppi no se queda atrás en su rol de Zanutto, un anciano amable pero que no está dispuesto a los ataques de sus vecinos. Horacio, Coco y Zanutto participan en las mejores y más tensas escenas del film.
Fase 7 es otra muestra de que el cine de género en Argentina está pasando por un momento muy interesante, y que Goldbart es un director a seguir. Veremos qué nos dará en el futuro.
En tanto, esperemos no matarnos entre nosotros.