No hubo ni habrá otro artista como Leonardo Favio. Irrumpió en el cine argentino en una época de quiebre, la Generación del ’60, cuna de nuevos y notables directores que dejaban atrás las producciones de los grandes estudios para privilegiar ambientes y temáticas más reales, más intimistas. Aún entre nombres tan fuertes, Favio se diferenció gracias a una sensibilidad única, poderosa. Desde Crónica de un Niño Solo (1964) hasta Aniceto (2008), dio films honestos y contundentes, con una épica especial. Fue uno de los cineastas argentinos que mejor absorbió la impronta de los maestros europeos (Bergman, Fellini, etc.) y lo incorporó a su obra, no para imitarlos sino incorporando a sus creaciones en sabor de aquellos hoy clásicos del viejo continente.
Desde su muerte en 2012, la figura de Favio no hace más que crecer, y los homenajes abundan de manera saludable y sentida. Pero ninguno es tan completo como el documental Favio: Crónica de un Director (2015).
Una sucesión de entrevistas a amigos, familiares y colegas permite conocer íntimamente a Fuad Jorge Jury (tal era su nombre verdadero), sus comienzos profesionales en el radioteatro, su carácter pasional, y es posible descubrir cómo episodios y personajes de su entorno -en especial, de Las Catitas, Luján de Cuyo, Mendoza, donde pasó su niñez- fueron cruciales para darle forma a su universo cinematográfico. También hay imágenes de las nueve películas que dirigió, pero el material más novedoso y notable es el audio de una entrevista que el director Alejandro Venturini le realizó al mismísimo Favio años atrás; los fragmentos de esta nota están distribuidos a lo largo del documental, que, como indica el título, se centra en su faceta como director (también hizo carrera como cantante, que le permitió llegar a más público). También se toca brevemente su carrera como actor, sobre todo en Dar la Cara (1962), de José Martínez Suárez.
Los testimonios de Jorge Zuhair Jury (hermano y socio creativo), Eliseo Subiela, Graciela Borges, Edgardo Nieva y Juan José Camero, entre otros, no se quedan en anécdotas de rodaje, ya que sus palabras permiten conocer en detalle la visión de Favio y la manera de trabajar en el set. Vale prestar mucha atención a cómo Nieva terminó interpretando a Gatica.
Otro de los puntos claves es la música original de Iván Wyszogrod, quien trabajó con Favio en Gatica, El Mono (1993), Perón: Sinfonía de un Sentimiento (1999) y Aniceto. Sus composiciones le aportan al documental una emotividad y un carácter más cercano al de Favio. Wyszogrod también aporta comentarios delante de cámara, incluyendo acerca de la importancia de saber de música por parte de los realizadores.
Favio: Crónica de un Director resulta imprescindible, ideal para adentrarse en el universo de Favio por primera vez o para seguir descubriendo más sobre un genio del séptimo arte. Y cuando se trata de Favio, la expresión Arte nunca es caprichosa.