El director y guionista Christopher Landon regresa con la secuela de su exitosa Feliz día de tu muerte. Y lo hace de manera autoconsciente e ingeniosa.
Feliz día de tu muerte resultó un agradable slasher, algo más que un simple traslado de El día de la marmota a una película de terror. En parte funcionaba gracias a su humor y gracias al carisma de su protagonista, Jessica Rothe, a quien veíamos morir una y otra vez para despertarse y vivir, una y otra vez, ese bendito día de su cumpleaños.
Esta secuela empieza de un modo similar pero con otro personaje, el compañero de cuarto de quien sería la pareja de la protagonista anterior. Se repite el esquema: personaje se despierta y vive una serie de situaciones hasta que alguien lo asesina. Se despierta como ese mismo día y ve que todo lo que sucedió antes de morir se repite, cada detalle, cada persona que pasa a su lado.
Y entonces, cuando creíamos que esta secuela no iba a hacer más que repetir aquella fórmula pero con cambio de protagonista (una final girl por un final boy), Landon decide mandar todo al carajo. Al mismo tiempo que introduce una explicación lógica -lo más lógica que le puede permitir su película- a la creación de estos loops y regresa a su protagonista original. Acá fue un grupito de estudiantes de ciencia los que generaron este ciclo de tiempo que se repite y junto a ellos tendrá que trabajar para cerrarlo.
Feliz día de tu muerte 2 es, tanto para nosotros como para su protagonista, a simple vista una repetición de la primera pero con ligeros cambios. Porque Tree (Rothe) se encuentra otra vez en el día de su cumpleaños, no obstante acá no está en pareja con Carter (quien a su vez está de novio con la insoportable Danielle) y, lo más importante, su madre está viva. Aquella a quien creía la razón cósmica de un día que se repetía sin cesar y que acá se refuta al comienzo cuando se introduce la ciencia ficción a la película.
Si bien esta secuela (que tras un “recapitulemos” de su protagonista te resume en un minuto la película anterior por si uno no la tenía fresca) es menos un slasher -no importa tanto el asesino y está bastante menos presente- y más bien una mezcla de géneros (terror, comedia y ciencia ficción), la película funciona sobre todo en su sentido autoparódico. Aquellas preguntas sin contestar de la primera -desde la importante ¿por qué se repite continuamente ese día en particular? hasta alguno más trivial como ¿qué es lo que está buscando Carter cada vez que ella se despierta?- son tenidas en cuenta.
El humor negro, la novedad con la ciencia ficción y una estructura que referencia a Volver al futuro 2, se pierde un poco en el último tercio cuando el film pone en foco cuestiones más importantes para su protagonista, como el tomar decisiones drásticas entre personas (no es sólo entre un novio y una madre sino entre su verdadero yo y aquel con el que se encontró ahora). Es allí cuando la chispa parece estar por apagarse, sin embargo no pierde el ritmo.
La resolución respecto a quién se esconde detrás de la máscara, como aquella primera vez, parece un poco tirada de los pelos pero, como dijimos antes, lo que menos importa acá es quién o quiénes son los asesinos. Es un detalle de otra historia detrás. Y como yapa, una escena después de los créditos se encarga de situar otra posible continuación.