Te miran, se te acercan, incluso te seducen… y cuando te quisiste dar cuenta, tu bolsillo quedó vacío. Esa es la esencia de los ladrones de guante blanco, en la vida y en el cine, donde suelen ser los personajes centrales de lo que ya es un subgénero. Y como pocas cosas generan tanto placer culpable como ver antihéroes salirse con la suya, surgió una buena cantidad de clásicos. Nunca está de más nombrar a El Golpe como uno de los pilares. Pero incluso la menos genial de estas películas tiene sus hallazgos, si es que está ejecutada con pericia. Como sucede con Focus: Maestros de la Estafa.
Nicky (Will Smith), un timador experimentado, conoce a Jess (Margot Robbie), principiante en la materia. Lo que comienza como un coqueteo deviene en una relación maestro-discípulo, en donde él le enseñará que estafar al prójimo puede implicar enormes movimientos y variados recursos. Y pronto esa relación se convertirá es amor, en sentimientos verdaderos, cosa que alguien de ese mundo no puede permitirse sin experimentar las peores consecuencias. Entonces Nicky toma una decisión. Sin embargo, tiempo después, asuntos que creía del pasado reaparecen en su vida, justo en medio de un gran golpe.
El principal encanto de la película dependía de la dupla protagónica (o -al menos- de quien encarnara a Nicky), y allí reside su mayor acierto. Pocos astros de Hollywood tienen el carisma de Will Smith: lo demuestra en cada plano, en cada frase, en cada gesto. Un papel similar al de Hitch: Experto en Seducción, con el agregado de que incurre en actividades políticamente incorrectas (criminales, bah). En ese sentido, su talento ya no sorprende. Quién sí tenía una prueba de fuego era la australiana Margot Robbie. La muchacha que cautivara a Leonardo DiCaprio en El Lobo de Wall Street (otra con un simpático saqueador) se consagra en un rol que le permite explotar tanto su belleza como su calidad de actriz. La química entre Smith y Robbie ya vale la pena el precio de la entrada.
Glenn Ficarra y John Requa saben mezclar comedia, romance y elementos policiales, como se nota en el guión Un Santa no tan Santo (dirigida por Terry Zwigoff) y Una Pareja Despareja, la ópera prima del dúo. Aquí reinciden en otra historia de delincuentes implacables pero de buen corazón, dividida en dos partes. La primera se desarrolla mayormente en Nueva Orleans y consiste en el adoctrinamiento de Jess por parte de Nicky, que también le permite al espectador adentrarse en el universo de las estafas, desde los simples robos de billeteras hasta las jugadas más ambiciosas. La segunda mitad se desarrolla en Buenos Aires, donde los personajes principales vuelven a encontrarse durante una operación que involucra a un empresario español (Rodrigo Santoro). Esta porción del film gana en exotismo y sofisticación, pero narrativamente es inferior a la primera parte. De todas maneras, las estrellas y los toques de humor impiden que el guión caiga en un pozo.
Focus: Maestros de la Estafa es un correcto -y por momentos, muy ingenioso- ejemplo de cómo las películas con estafadores nunca dejan de ser interesantes y atractivas, sobre todo si los actores dan en el blanco con el tono. Y el tándem Will Smith-Margo Robbie sí que sabe meterse a los espectadores en el bolsillo.