El llanto del depredador
El estreno de El francotirador, la película de guerra más taquillera de la historia de Hollywood, nominada a seis óscars este año, suscitó una encendida polémica y viene levantando polvareda por basarse en la historia real de Chris Kyle, francotirador del ejército americano que incursionó en cuatro misiones en Irak. Por su abordaje sesgado del conflicto, por su humanización de soldados norteamericanos y su distancia con los iraquíes, por tocar un tema tan sensible y presente, Clint Eastwood, su director, ya ha sido cuestionado por unos cuantos.
Entre los detractores de la película, Noam Chomsky fue de los que se han mostrado más enfáticamente ofendidos, y la describe como parte de una campaña propagandística que justifica la matanza de mujeres o niños en tierras extranjeras. Entre sus argumentos, Chomsky señala un artículo en Newsweek, referido a la película y escrito por Jeff Stain, ex oficial de Inteligencia de los Estados Unidos. En él, Stain relata una visita que hizo a una base de la marina, particularmente un club de francotiradores: "las paredes del bar presentaban estandartes de las SS nazis en blanco sobre negro, más otras insignias originales de la Wehrmacht. Los fancotiradores de la marina estaban claramente identificados con los tiradores de la máquina de matar más infame del mundo", aspecto que permite vislumbrar lo lavada que está en la película la imagen de esta ala de los Navy Seals.
Los defensores de El francotirador por lo general argumentan que el foco de Eastwood no está en la guerra en sí, sino que se trata tan sólo de un contexto que le permite profundizar criticamente en la figura de un héroe contemporáneo, y en cómo esa construcción heroica contrasta con su vulnerabilidad, su "carga" y sus torbellinos internos. En esta figura harían mella algunas de las contradicciones de la guerra, como bien argumenta Alberto Castro del portal "En cinta": "Que Eastwood respete al personaje no significa que esté completamente de acuerdo con él. Solo alguien tan curtido en la realización podía crear una propaganda de guerra desde su lectura más superficial y llenarla de cuestionamientos entre líneas, volviendo a su protagonista el eje sobre el cual todo se construye, sí, pero también se derrumba (...). Estamos ante un personaje plano por definición, que comienza y termina igual en sus convicciones, pero el actor se encarga de generar capas y dudas en sus expresiones, cuando sus ideales empiezan a destruir todo a su alrededor o cuando sus acciones lo enfrentan a la exacta antítesis de aquello que defiende. "
Es interesante conocer estas opiniones y no pueden ignorarse ciertos matices introducidos para evitar los blancos y negros, pero cierto es que el director de una película, por más que busque ser fiel a una biografía, tiene un compromiso con un suceso reciente que causó una profunda herida en una población civil. Es él y ninguna otra persona la que decide en qué aspectos de la guerra enfocarse y cuáles dejar por fuera, y son sumamente significativos ciertos datos reales que desde el libreto fueron alterados. En la película Kyle le dispara a un niño iraquí que lleva una granada y se dirige hacia los suyos. Pero esto nunca le ocurrió al Kyle verdadero. En sus memorias relata que sí tuvo que matar a una mujer que llevaba una granada, pero incluso aseguró que nunca hubiese matado a un niño, inocente o culpable. Por otra parte, es determinante en la película cuando el protagonista ve por la televisión el derrumbe de las torres gemelas, lo que lo lleva a combatir por su patria en Irak. Ahora bien, cuando la caída de las torres, Estados Unidos invadió Afganistán y no Irak, por lo que la película plantea un causa-consecuencia inmediato que no pudo haber sido real, y el paso del tiempo entre ambos sucesos no está sugerido.
Los tres elementos señalados: el lavado de ideales de los francotiradores, la introducción de un niño terrorista y la explicación de la invasión a Irak como una consecuencia inmediata al 11/9 son tergiversaciones que favorecen al discurso oficial.
Los que tienen el poder escriben la historia. Eastwood decidió mostrar la cara de Irak que se le ocurrió, presentando una invasión y un descarado saqueo de petróleo como una "guerra preventiva", desestimando el sufrimiento inconmensurable que sufrió una sociedad civil que fue torturada y diezmada por las tropas de ocupación.
¿Por qué como espectadores debemos asistir a las desdichas de un "pobre" soldado americano luego de su incursión voluntaria a la guerra en un país remoto?, ¿por qué deberíamos empatizar con un miembro del ejército invasor, con un militar afligido por sus compañeros caídos y no por el centenar de miles de familias devastadas en Irak?, ¿tan enamorados estamos de nuestros opresores?, ¿por qué asistir al entierro solemne de un héroe de guerra estadounidense e ignorar radicalmente la infinidad de réquiems pertinentes a toda una población? ¿Será que el cine dominante logró finalmente encauzar nuestra sensibilidad?