Veintiocho años después de su estreno como cortometraje, Frankenweenie vuelve en formato de largo e inspirado en ese trabajo realizado por Tim Burton en la década del ochenta. Por aquel entonces, le costó su trabajo en Disney, estudio que casi tres décadas después financió y distribuye esta cinta. Paradojas del mundo del cine.
Víctor Frankenstein, un niño rata de laboratorio y con pocos amigos tanto o más extraños que él, sufre la dolorosa pérdida de su mascota Sparky. Inspirado por un experimento realizado en su clase de ciencias, decide valerse del poder de la energía y de las tormentas eléctricas para volver a la vida a su compinche canino. Con algunas variaciones con respecto a su versión anterior a ser arrollado por un auto, Sparky logra salir del escondite en donde Víctor lo mantenía oculto y para sorpresa de todo el pueblo descubrirán que la vida después de la muerte existe y que puede ser algo realmente espantoso si no se lo realiza con cuidado.
Frankenweenie es un homenaje a sí mismo: Burton retoza sobre todo aquello que consolidó su carrera como un director único, con marca personal y con un universo propio. Aquí hay referencias a El cadáver de la novia (el protagonista es una versión preadolescente del Víctor de aquella cinta), El joven manos de tijera, Beetlejuice, entre otras de sus más celebradas creaciones. La decisión de que la película fuera en blanco y negro y en tres dimensiones marcó una apuesta jugada tratándose de un filme apuntado esencialmente al público infantil.
Para los burtonianos acérrimos sepan que, a pesar de su escasez, hay algunas proyecciones donde podrán disfrutar del talento vocal de Christopher Lee, Winona Ryder, Martin Landau y Catehrine O’Hara.