Disney ha alcanzado su punto máximo en cuando a éxito comercial gracias al estreno de la primera cinta de Frozen, un cuento de princesas que cambia un poco los valores tradicionales a los que estamos acostumbrados, de ahí la clave del su éxito. Vamos a ser sinceros, Frozen no necesitaba ninguna continuación, esto fue producto de la inesperada popularidad que la primera entrega cosechó, y siguiendo las reglas de Hollywood, esto se veía venir. En este capítulo se intenta indagar un poco sobre los orígenes de Elsa, en una película que es sumamente entretenida, pero a su vez poco trascendental.
Quizá el problema de hacerle una continuación a un cuento, es que estos quedan mucho mejor atesorados con el misterio de lo que pasó luego del “Y fueron felices…”. Ya hace poco nos pasó con Maléfica, que de pasar una nueva visión de la bella durmiente, pasó a una guerra con criaturas antes escondidas y que denotaba un relato sin pies ni cabezas. Resulta que la historia de Elsa tiene un orígen, que tiene relación con un bosque, a través de una historia que vivió su padre antes de ser rey, y explica la existencia de la magia antes de tener a sus hijas. Aquí se hace la mención a un canto, que fue clave en esa historia, y que de repente Elsa empieza a escuchar, ahí mismo se desata un nuevo peligro para Arendelle, y los personajes deben iniciar un viaje para solucionarlo. Hasta ahí todo bien, pero la realidad es que no existía necesidad de buscar ese orígen, y que termina siendo algo forzoso solo para tener una nueva historia que contar.
Para compensar, el metraje resulta sumamente entretenido debido el desarrollo de la relación entre los personajes, el humor que maneja, y el código de musical al estilo Broadway que posee. Si, la relación de hermanas es a lo que mejor jugo le sacan, volviendo quizás un tanto secundaria la típica historia de romance entre un hombre y una mujer, en este caso Ana y Kristoff. Existe ese relato paralelo sobre la intención de Kristoff de pedir la mano de su amada, pero por suerte se maneja como un relajo para ofrecer momentos humorístico. Es el humor lo que también le sienta bien al film, y es el personaje de Olaf quien maneja esta parte para la diversión de los más chicos. Es una realidad que el personaje resulta un tanto insoportable, que es una versión mas inocente del burro de Shrek, pero aún así sus intervenciones funcionan y hacen reír a los más chicos, y también a los grandes.
En el apartado artístico reluce la calidad en su animación, aunque quizá en momentos hay cierta confusión en detalles como la distancia en los escenarios, los viajes y sobre el diseño del mismo Reino. No son cosas demasiado relevantes pero llegan a notarse ciertos vacíos. En cuanto a la música, aquí el film está montado con un código perteneciente al de la comedia musical , si, esto quiere decir que hay muchas más canciones, y que su repertorio varía con los climax que se presentan a lo largo de la historia. Puede que no tengamos un nuevo Let it go, pero las canciones son pegajosas y acompañan al relato, como si de una obra de Broadway se tratara.
Frozen 2 es una película innecesaria pero aún así se lo perdonamos por brindarnos una aventura que es sumamente entretenida y que mantiene el buen desarrollo de sus personajes. La realidad es que con algunos cuentos es mejor dejar el misterio luego de su final feliz, en vez de montar una historia rebuscada solo para tener una continuación. El éxito hacen a las secuelas y está no iba a ser la excepción, lo bueno es que a pesar de todo cumple con su función de entretener.
Calificación 7/10