Los dos embusteros que intentan hacer negocio con la venta al fútbol español de un joven crack nacional lo son por distintos motivos. A uno, el español (Fernando Tejero) le ha faltado talento deportivo y comercial para vivir del fútbol, pero sigue esforzándose para sacar tajada de la representación de jugadores y de vez en cuando consigue alguna autorización firmada a las apuradas, como le sucedió con un juvenil argentino al que "descubrió" en nuestro país y por el que se interesa ahora el Real Madrid. Trabaja por vocación.
El otro, el argentino (Diego Peretti), lo hace por obligación. Ginecólogo, soltero, poco sociable, detesta todo lo que tenga que ver con la pelota, pero no ha tenido más remedio que hacerse pasar por representante respondiendo a la súplica de un tío entrenador que está enfermo y no quiere perder la oportunidad de vender a su discípulo favorito, prometedor crack, en vaya uno a saber cuántos millones de euros. Total, que previo curso acelerado de cultura futbolística, el médico desembarca en España para descubrir que al pichón de Messi que lo acompaña (Chino Darín) también lo espera en Barajas el otro presunto representante. Hay pelea, pero tarde o temprano, cuando descubran que los dos tienen documentos similares y con la misma firma, comprenderán que si quieren concretar la transacción, van a tener que asociarse. Pero ya se sabe que "fútbol es fútbol", según dice esa impenetrable gran verdad multiuso que el film repite casi tanto como los jugadores y los comentaristas, lo que en este caso significa que habrá competencia con otros cazadores de joyas, y de los más duros, mafia incluida. Todo esto da origen a un enredo bastante elemental, sin brío ni gracia y cuya chatura resulta indisimulable por mucha buena voluntad que pongan Peretti y Tejero, que por otro lado carecen de la química esperable en un dúo humorístico.
Fuera de juego apunta al fútbol, pero el fútbol casi no aparece, y mucho menos algún apunte satírico de todo lo que se juega en torno de la pasión deportiva y el negocio. No ayudan mucho los invitados (Palermo, Casillas, papá Darín) ni las minisubtramas románticas con las que se ha querido sumar atractivo al film, como la parejita juvenil animada con bastante frescura por el Chino y Patricia Montero, los problemas matrimoniales del español y el súbito enamoramiento que el ginecólogo experimenta a última hora, como para que nadie llegue al fin de la película sin su happy end.