Cofradía de vigilantes
La verdad es que hay que darle crédito al indescriptible Nicolas Cage, un actor que vive en la cuerda floja desde hace por lo menos dos décadas ofreciendo una película buena a razón de tres mamarrachos (que quede claro que no son simplemente realizaciones malas sino desconcertantes). Pensemos en esta catarata de engendros recientes: Infierno al Volante (Drive Angry, 2011), Trespass (2011), Cacería de Brujas (Season of the Witch, 2011), El Aprendiz de Brujo (The Sorcerer''s Apprentice, 2010), Peligro en Bangkok (Bangkok Dangerous, 2008), El Vidente (Next, 2007) y El Vengador Fantasma (Ghost Rider, 2007).
Como al señor le encanta combinar los extremos, por suerte tuvimos a las excelentes Cuenta Regresiva (Knowing, 2009) y Un Maldito Policía en Nueva Orleans (The Bad Lieutenant: Port of Call - New Orleans, 2009) para compensar semejante debacle: desconocido para el gran público es el terreno intermedio que sólo en ocasiones suele transitar, obras -como la que hoy nos ocupa- que sin ser maravillas están por encima del promedio. Fuera de la Ley (Seeking Justice, 2011) es un thriller paranoico basado en la premisa símil Alfred Hitchcock del “hombre común en circunstancias extraordinarias”.
En esta oportunidad la historia nos propone una especie de “cofradía de vigilantes” que funciona como una organización parapolicial con estructura de células terroristas y eficacia de mega corporación capitalista: cuando un psicópata viola a su esposa Laura (January Jones), el profesor Will Gerard (Cage) le dice que “sí” a la susodicha entidad, cuyo rostro visible es un tal Simon (Guy Pearce) que por supuesto le adelanta que se le cobrará el servicio a futuro pidiéndole algún que otro favorcillo. El guión construye una cadena lógica de acontecimientos que resultan muy previsibles pero no por eso dejan de ser satisfactorios.
Definitivamente en ello juega un papel fundamental la intervención del veterano Roger Donaldson, un director que a lo largo de su carrera ha hecho un poco de todo y casi siempre con una bienvenida solvencia: lejos del nivel de Sentencia de Muerte (Death Sentence, 2007) o siquiera Valiente (The Brave One, 2007), la trama curiosamente elige el camino del Hollywood clásico orientado a no manchar las manos del protagonista, defendiendo el arrepentimiento frente a la decisión de viabilizar la venganza. En ese instante el film introduce otro engranaje tradicional del maestro del suspenso, la idea del “falso culpable”.
Vale señalar que los que busquen una espiral interminable de escenas de acción van a salir defraudados porque el devenir gira alrededor de la investigación de Gerard para probar su inocencia, rechazando la pirotecnia y reservándose un par de “sorpresas” que por el cúmulo de fórmulas no lo son tanto. El elenco está perfecto aunque a decir verdad el único con posibilidades de desarrollar su personaje es Cage, aquí por cierto bastante medido: el convite pretende ser una parábola sobre la desesperación de la New Orleans post Huracán Katrina, principal telón de fondo, pero a fin de cuentas no pasa de las buenas intenciones…