Los caminos de la muerte
La inseguridad ciudadana que, con sus largos dedos, todo lo toca. Después de ensayar con su grupo de música, una joven mujer camina hacia su auto por una calle oscura y desolada. Un sujeto la aborda, la golpea y la ultraja. En la sala de espera del hospital, su marido es accedido por un misterioso sujeto que le ofrece ser su instrumento de venganza.
Pertenece, dice, a una organización dedicada a hacer justicia por mano propia. En su locura del momento, el apelado accede. Sólo deberá devolver el "favor" con otro. Por desgracia para él, el error de creer que su angustia y la de su mujer desaparecerán si se extingue la vida del criminal, le cuesta muy caro. Cuando entiende que probablemente ocurrirá todo lo contrario, ya es demasiado tarde, y debe empezar a correr por su vida y la de su ser más querido.
El director de esta película ferozmente norteamericana, el sin embargo nacido australiano Roger Donaldson, es un probado artista del cine con varios justificados éxitos en diversidad de géneros, como la comedia romántica Cokctail, la de piratas El motín del Bounty, la de ciencia ficción Especies, el drama deportivo Sueños de gloria, la de acción La fuga, o el thriller político Trece días, entre otras.
Robert Tannen es un guionista con sólo dos trabajos en la industria (o fuera de ella) que lideró el equipo que desarrolló la trama de Fuera de la ley, haciendo de la lucidez, la repentización, y la astucia de los personajes, tres pilares de un relato que con una buena dosis de sorpresas y suspenso, y sin dejar casi cabos sueltos en su avance, tiende redes que no le darán al espectador demasiadas chances de distraer su atención.
Un muy buen thriller, fuertemente pesimista, dubitativamente clásico en su formato, pero con el valioso plus de tomar una muy clara posición (hecho no tan frecuente) contra la doble moral de los que creen estar por encima de la ley y sobre todo de los demás hombres y mujeres la crearon anhelando poder guiar decorosamente el costado salvaje del ser humano.