Gastón Gallo, director y guionista de "Gato Negro", es un hombre vinculado, además del cine, a la actividad empresarial. Ha viajado mucho y eso se refleja en la visión del mundo que le imprime a su obra. Esta, es una película que muestra el camino de un hombre simple, del interior, destinado a ser proletario (por ponerlo en términos político-marxistas) y que logró torcer esa ruta para destacarse en una cierta actividad laboral. En ese devenir vital, nos adentraremos en la existencia de Roberto (Luciano Cáceres), desde su infancia hasta su madurez, pasando por varias etapas de la Argentina que aparecerán caracterizadas como fondo, para enmarcar los diferentes cambios frente a los que él tendrá que adaptarse para sobrevivir.
En cierta manera, la idea de Gallo era ambiciosa.
Elegir un personaje y hacerlo transitar por varios años de historia local. Poner el lente ahí, para ver cómo ese medio fue condicionando o propiciando nuevos direccionamientos en su accionar. Esa fue la mirada, eligiendo no profundizar demasiado en algunas cuestiones fuertes (la de los 70' con las detenciones, el trato con el oficial para liberar a una desaparecida; en los albores de la recuperada democracia, con las actitudes de un juez o de los funcionarios en la aduana) sino centrando siempre el relato en función de los sentimientos de Tito (Cáceres).
Y él, está a la altura de lo esperado. Concentrado y cómodo en su rol, el actor de "Graduados" descolla en su primer protagónico. Sostiene, prácticamente, él solo el interés en la cinta. Desde que el actor comienza su trabajo hacia fines de la adolescencia, todo hace centro en él: a su alrededor pasan cosas (muchas, realmente), pero las que importan, las vive en el rostro. El resto, está ahí como fondo (el robo aquel donde sus amigos caen presos en la década del 60, sin ir más lejos), los secundarios, también.
A pesar de contar con un vasto elenco de renombre (Lito Cruz, Leticia Brédice, Favio Posca, Pompeyo Audivert, Luis Luque), todos ellos (excepto Roberto Vallejos quien hace un gran trabajo y en pocas escenas muestra su calidad), por cuestiones del guión, no logran generar duetos dramáticos con Cáceres, quien se abre camino solo para llevar adelante la suerte del film.
En el haber, hay un nivel de producción importante para el medio y se nota en el trabajo de ambientación y vestuario, el magnetismo de Cáceres hace de andamiaje para disfrazar las debilidades de la historia. En el debe, "Gato Negro" es larga y se siente en el cuerpo, a veces pareciera que hay subtramas que no revisten tanto interés y estoy seguro que un corte más ajustado quizás hubiese potenciado algunos segmentos (el del final, sin ir más lejos) que no lucen como deberían.
Sin embargo, el cine nacional necesita de estos productos. Necesita explorar nuevos géneros y probarlos en las salas, traer actores de la tevé y probar cómo se lo recibe en la pantalla grande. Desde ese sentido, esta apuesta de Gallo es valiosa. También, su esfuerzo por llevar adelante una historia compleja, extensa, en la que retrata a un argentino imaginario, reconocible, que peleó por trascender a lo largo de toda su vida. Aceptable debut para Gallo y mucha expectativa por los próximos trabajos de Cáceres para el cine.