Gaturro

Crítica de Celina Alberto - La Voz del Interior

Gato encerrado

El éxito y la vigencia de una historieta, sobre todo de humor, mal se explican por los argumentos de su factura plástica o del despliegue visual del que sea capaz en sus viñetas. Que sea original, habilite recursos gráficos o explore posibilidades para el relato son mejores argumentos que la flexibilidad para adaptarse a las nuevas maravillas de la técnica digital o el cine en 3D.

Gaturro pasó al cine en tres dimensiones y en el afán por no cometer errores se desdibujó con la insistencia por ser todo lo que se espera de una película para el entretenimiento prelavado. Un gato encerrado en una caja maravillosa de efectos visuales, en todos los lugares comunes del cine de acción impermeable a los riesgos y secuencias que dejan la sensación de que las atravesamos mil veces, con poco espacio para la sorpresa y la poesía que suelen habitar al personaje cuando aparece en papel de diario.

La aventura encuentra a Gaturro en un nuevo episodio de sus interminables intentos por conquistar a Agatha y ganarle la competencia a Max, el gato millonario que siempre termina por deslumbrarla. La primera media hora conquista todo el terreno que la segunda mitad confía a las fórmulas probadas y predecibles. Los personajes se instalan, atrapan, aprovechan el movimiento, sonido y dimensiones pero se diluyen en una sucesión de situaciones de comedia y acción que nunca terminan de traccionar el magnetismo hasta el final.

Gaturro se quiere hacer famoso para que Agatha lo considere atractivo, hace un casting, se vuelve una estrella, encuentra un amigo ratón que se llama Rat Pit y lo entrena en el método actoral, aparecen un par de canciones para amenizar la espera, en el trayecto hace todos los desastres que esperamos que haga y reflexiona bastante menos sobre los humanos, el mundo y la vida de lo que suele hacer desde la contratapa de La Nación .
Incluso así es adorable y con el carisma le alcanza para sobrevivir en la historieta sin fin, sostenida por un guión correcto pero insulso, iluminado por algunas ocurrencias que se deslizan en segundos planos pero sin el vigor necesario para insuflarle vida a un esquema que nunca intenta salirse de lo convenido.