Cuando Ghost Rider: El Vengador Fantasma se estrenó, allá por 2007, estuvo lejos de ser un suceso. Recaudó dinero, pero no se convirtió en un clásico ni nada parecido. Los motivos son varios: por un lado, este personaje ocupaba un rango menor dentro del universo de Marvel Comics; por otro lado, el trabajo del director Mark Steven Johnson no era muy inspirado que digamos. Y además, daba la impresión de que los films basados en historietas estaban cansando al público. Un pensamiento erróneo, confirmado al año siguiente por el exitazo de la primera película de Iron Man y de la segunda Batman de Nolan.