Lorena Muñoz toma la breve pero inspiradora historia de la cantante popular Gilda y lo convierte además en un relato feminista.
La biopic musical es un subgénero poco explorado en el cine nacional (lo contrario de Hollywood) pese a haber resultado muy rentable, con Tango Feroz como muestra. Tras un largo proceso para adquirir los derechos de las canciones, llega al cine la vida de Gilda, un rol para el que Natalia Oreiro parece haber sido destinada a interpretar.
El notable trabajo de composición que hace Oreiro es lo que conduce al film a buen puerto. Más allá del innegable physique du role, Oreiro imprime a su personaje de la naturalidad necesaria para empatizar automáticamente. El anhelo de ser cantante, siendo ya esposa y madre y la lucha en un mundo (el de la cumbia) esencialmente machista son los conflictos que la trama elige destacar, y en este sentido Muñoz toma partido al resaltar como Gilda -casi sin quererlo- se convierte por sus decisiones en un símbolo feminista.
Sólo los protagonistas de la vida real sabrán cuanto de lo que se ve en pantalla es verdad y cuanto fue creado para satisfacer la narrativa cinematográfica, en cualquier caso al espectador ocasional no debe importarle, la película funciona como una historia inspiradora y trágica que Muñoz y Oreiro eligen contar sin estridencias ni golpes bajos.
Otro gran acierto del film es que el tono de la película representa perfectamente a quien retrata, humilde, dulce y con una alegría contenida por la melancolía.