Una transformación personal que coincide con otra más amplia, abarcadora y tal vez trascendental. Dicho de otro modo: la crisis de la adolescencia vivida por una chica de 17 años en el momento en que la Guerra Fría llega a su punto crítico con el conflicto entre los Estados Unidos y la Unión Soviética por las bases de misiles en Cuba. Lo individual y lo político se entrecruzan repetidamente en Ginger & Rosa , quizás el mejor film de Sally Potter en años y seguramente el más accesible que ha rodado hasta hoy.
La realizadora de Orlando ha volcado muchas de sus experiencias personales al exponer la historia de Ginger y Rosa , las amigas nacidas en los días de Hiroshima que han vivido juntas y compartido todas las etapas del crecimiento, y ahora intentan definir su identidad, la relación con los suyos (en entornos familiares dominados por el descontento) y su vínculo con el mundo cuando éste corre peligro cierto de desaparecer. Ante esa perspectiva, las chicas reaccionan de diferente modo.En un principio, Rosa opina que todo está en manos de Dios y prefiere rezar. Ginger -como lo hizo Sally en su momento- se vincula con otros activistas y sale a la calle, a sumarse a la protesta. También como Sally, Ginger es hija de intelectuales bohemios y tiene el apoyo de un trío de amigos de la familia -sus padrinos, una pareja gay, y una radical militante feminista a la que toma de modelo-. Y por supuesto, el ejemplo de su admirado padre, un profesor pacifista que estuvo preso por negarse a ir a la guerra y en general se opone a todas las reglas y convenciones. Es tan egoístamente fiel a sus principios que no parece reparar en que sus actitudes causan muchas veces la infelicidad de quienes lo rodean. Incluso la de su propia hija, a quien trata con más respeto que gestos cariñosos.
En esos días de confusión y alarma, la idea de oponerse al uso de armas nucleares concentra todo el interés de Ginger, que se vuelca al activismo con tanta dedicación como la que hasta entonces solo reservaba para la amistad de Rosa y para escribir sus poesías. El conflicto sobre el que la radio entrega informes alarmantes es para ella una amenaza real, pero también un símbolo sobre el cual puede proyectar su disgusto con el mundo. Un disgusto que aumentará mucho más cuando padezca profundos desencantos venidos precisamente de las personas a quienes más ama. Superar el drama es doloroso, pero precipita en ella, quizá de modo algo forzoso, una suerte de reconciliación y le abre camino hacia una comprensión adulta de las realidades de la vida.
Sin una actriz tan prodigiosa como Elle Fanning hubiera sido imposible para Potter desnudar a tal punto este doloroso proceso de crecimiento. Lo cual no resta mérito al sensible trabajo de Potter, al desempeño de un elenco de lujo ni a la notable selección de la banda sonora..